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Adenauer y 67 años de una nueva Alemania

Cuando el 15 de setiembre de 1949 Konrad Adenauer asume el cargo de Canciller de Alemania, tenía 69 años de edad y una vida dedicada por entero a la actividad política.


Adenauer
Konrad Adenauer en 1966 hablando en reunión general de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (UDC) | Foto: Archiv für Christlich-Demokratische Politik (ACDP)

Nacido en la Alemania imperial del siglo XIX, Adenauer ingresó a la actividad política de la mano del Partido de Centro Alemán y alcanzó diversas posiciones de jerarquía en el escenario político local. Su firme accionar frente a los intentos desestabilizadores del año 1919 lo fueron perfilando como defensor de la región de Renania frente al poder central, posición que se vio fortalecida durante su pasaje como presidente de la Cámara alta del Parlamento prusiano durante la República de Weimar.

El inevitable ascenso del nacionalsocialismo desembocó en su destitución, persecución y posterior encarcelamiento, y pasó incluso por el campo de concentración de Buchenwald.

Finalizada la guerra y sumergida Alemania en un pozo muy profundo, asumiendo las consecuencias de un conflicto que hirió y dividió profundamente al pueblo alemán y a este con la Europa continental, se tornó imperiosa la tarea de cicatrizar esas heridas abiertas años antes.

Su reputación de hombre demócrata, con un fuerte apego a las libertades y al federalismo, su honradez administrativa y su profundo rechazo al nazismo lo posicionaron como una figura clave para liderar la magna tarea de reunificar una patria profundamente dividida.

La política de las potencias aliadas de reintegrar a sus cargos a quienes fueron desplazados de estos por el nazismo permitió que volviera a ocupar la alcaldía de Colonia, hasta que las diferencias con las fuerzas de ocupación británicas, tradicionalmente aliadas a la socialdemocracia, lo llevaron a dimitir en el mismo año 1945.

Este episodio resultó fundamental en la vida política de Adenauer y para el futuro de Alemania: Adenauer fundó la Unión Demócrata-Cristiana (CDU) y se convirtió en su presidente dentro de la zona de ocupación británica.

En 1948, elegido presidente del Consejo Parlamentario, se puso sobre sus hombros la titánica tarea de diseñar las instituciones y la Constitución de un nuevo Estado alemán occidental que unificara las tres zonas ocupadas por las potencias aliadas, en virtud de la imposibilidad de estas de llegar a un entendimiento con el Este, ocupado por la Unión Soviética.

Al año siguiente asumió la presidencia de la CDU a nivel nacional como paso previo para ganar las primeras elecciones generales de la flamante República Federal Alemana (RFA), el 15 de setiembre de 1949.

Adenauer fue canciller de la RFA durante 14 años, justamente en el período previo al comienzo de la guerra fría que replicaría la división que ya vivía Alemania, a lo largo de todo el mundo.

Este período, bajo el mandato de Adenauer, significó para Alemania la reconstrucción de su identidad como nación, como potencia económica y como potencia política. Logró lo que luego fue denominado como el milagro alemán, una recuperación económica (con el acompañamiento de Ludwig Erhard) que llevó en poco tiempo a que el marco alemán fuera nuevamente una de las monedas más poderosas y codiciadas de Europa.

En el ámbito internacional, el rol de Adenauer fue indispensable para posicionar al país como referente. Se ocupó personalmente de la cartera de Relaciones Internacionales, fomentó una fuerte alianza con Estados Unidos que le permitió el ingreso a la OTAN en 1954 con unas fuerzas armadas nuevas y fuertemente preparadas. Asimismo encaró con contundencia el hermanamiento con Francia, cerrando una profunda herida abierta desde el tratado de Versalles y que permitió sentar las bases de la futura Comunidad Económica Europea y la posterior Unión Europea, mediante la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (Euratom).

La acción internacional de Adenauer tuvo su punto culminante el 5 de mayo de 1955 con el reconocimiento internacional de la República Federal Alemana como nación soberana e independiente.

Los años posteriores fueron turbulentos en cuanto a la política local y terminaron con su alejamiento de la actividad política en 1963, luego de 14 años al frente de la nueva nación alemana, cuando comenzaba a resurgir cual ave fénix de entre las cenizas del período más oscuro que supo atravesar la humanidad.

La victoria política de Adenauer es indiscutible, y no es otra que haber instalado los cimientos que permitieron el resurgimiento de Alemania como potencia y que fueron necesarios para que hoy este país ocupe un rol preponderante en el escenario internacional. Esa acción, hoy fortalecida con la gestión de su actual canciller Ángela Merkel, sigue los principios y valores fomentados por Konrad Adenauer, con un fuerte componente humanista y un estricto apego a la democracia y a la libertad, valores supremos para la CDU y para todos los humanistas.

Pero más allá de las victorias políticas, el legado de Adenauer es aun mayor; su accionar y firmeza así como su oposición firme al oscurantismo nacionalsocialista, y su apego a la libertad, imprimieron en su pueblo la sólida idea de que no existe una situación tan grave que no permita avanzar y salir adelante. Este es el espíritu del pueblo alemán, el mismo que le permitió superarse, levantar el velo que cayó sobre él y erigirse como ejemplo de superación y reinvención.

Hace setenta años Konrad Adenauer comenzó a sentar las bases de un movimiento que nos llega hasta hoy con fuerza y con más vigencia que nunca, en un mundo convulsionado y golpeado constantemente por la barbarie y la guerra, por crisis humanitarias, por catástrofes naturales y por el resurgimiento de la intolerancia y la violencia como modelos de hegemonía. Ese movimiento nos muestra que el camino del humanismo, la libertad y la democracia son las únicas alternativas posibles para recuperar lo que nos queda de humanidad.

Diego Silveira Rega | @Diegosilveirar

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