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Aporofobia

Aporofobia, uno de los neologismos más oportunos de la lengua castellana.

La pobreza | Foto: Alex Proimos, vía WikiCommons

La pobreza | Foto: Alex Proimos, vía WikiCommons


Aporofobia o rechazo a los pobres. O el simple miedo a quienes carecen de recursos. Este neologismo, adoptado por la Fundación del Español Urgente (Fundéu) y la Real Academia de la Lengua en su diccionario correspondiente, es uno de los términos de raíces antiguas más novedosos para comprender el mundo desigual que habitamos.

La responsable de acuñar la palabra es la filósofa española Adela Cortina, quien se ha hecho popular entre los currículos estudiantiles en Iberoamérica. Ella ha explicado que, ante la necesidad de poder definir la aversión a quienes están en condiciones de inferioridad, recurrió al griego juntando los términos á-poros (el que no tiene recursos) y fobia.

En un reciente paso por Colombia, como lo relató a UN Periódico de la Universidad Nacional, en su n.º 220, Cortina afirma que en muchos casos los gobiernos prefieren invertir solo en quienes tienen la oportunidad de dar algo a cambio, sea un respaldo político o de opinión, y que también los individuos se movilizan por el principio de reciprocidad, donde el que no está en capacidad de ofrecer un intercambio es automáticamente excluido.

Las consecuencias de este comportamiento abren puertas al racismo, la xenofobia, la homofobia, la islamofobia, la discriminación intelectual, física o el rechazo estructural, entre otros. Un ejemplo contundente es el recibimiento positivo que se tiene a los extranjeros que llegan con recursos a una sociedad foránea, mientras que a aquellos inmigrantes sin nada entre las manos se les juzga por sus condiciones de pobreza.

Amartya Sen, uno de los intelectuales de origen indio que mejor han señalado la necesidad de forjar sociedades equitativas, nos ha recordado que la pobreza justamente es la falta de libertad para llevar adelante los planes de vida, algo cercano a la violencia estructural que han señalado estudiosos de la resolución de conflictos como el noruego Johan Galtung.

Pero Adela Cortina va más allá en sus explicaciones. Ha citado a su colega Agustín Squella, profesor de Derecho en la Universidad de Chile, quien ha propuesto con sensatez la palabra plutofilia, que sirve para describir el amor que se ejerce hacia los ricos y los poderosos, es decir, la otra cara de la moneda y uno de los rasgos esenciales de los que hace alarde la sociedad de consumo y el capitalismo.

Quienes estén interesados en reflexionar sobre la aporofobia y los retos que entraña para la ética social, el bien común, el humanismo y la felicidad en tiempos de polarización, populismo y posverdad, viene bien acudir al ensayo de Adela Cortina titulado Aporofobia, el rechazo al pobre: un desafío para la democracia (Paidós, 2017). Nunca será tarde para reflexionar sobre de qué materiales —buenos o malos— está constituido el talante humano.

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