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Brasil: ¿Reorientación o continuidad?

Consecuencias de la elección en Estados Unidos sobre la política exterior de Brasil

El triunfo electoral de Joe Biden en los Estados Unidos coloca al gobierno de Bolsonaro frente a la decisión de si es necesaria una reorientación estratégica de la política exterior brasilera. La creciente influencia de China en Latinoamérica seguramente constituya en el futuro un tema clave para ambas partes, y ofrece sin dudas posibilidades de cooperación. En cuanto a cuestiones relacionadas con el clima y el ambiente, Brasil podría estar amenazado por un creciente aislamiento en el contexto internacional si no se alcanzaran acuerdos al respecto.

Mientras Joe Biden recibía numerosas felicitaciones de Angela Merkel y muchos otros presidentes por su triunfo electoral, tanto el presidente brasilero Bolsonaro como Itamaraty, el ministerio de Relaciones Exteriores brasilero, permanecían en silencio (esta nota fue). En cambio, el presidente de la Cámara de Representantes Rodrigo Maia (Demócratas), expresó su felicitación a Joe Biden y fue citado por su expresión: «A vitória de @JoeBiden restaura os valores da democracia verdadeiramente liberal, que preza pelos direitos humanos, individuais e das minorias». [1]

A diferencia del pasado, cuando el interés en Brasil en las elecciones presidenciales estadounidenses era limitado, esta vez no solo en la capital Brasilia se siguió con atención el desarrollo de la elección en EUA. Cuanto más se postergaba la dilucidación de quién ingresaría en la Casa Blanca, mayor era el dilema, especialmente para el presidente Bolsonaro. Este no había disimulado en el período preelectoral su preferencia por el presidente en ejercicio Trump y había atacado duramente al retador Biden, después de sus iniciativas para «salvar la selva tropical» presentadas en el marco del primer debate televisivo a fines de setiembre. Ahora que se confirmó el triunfo del demócrata, a pesar de que el presidente en funciones Trump todavía no lo acepte e intente apelar los resultados electorales ante los tribunales, parece haber llegado el momento en que Bolsonaro tenga que dar un golpe de timón hacia un pragmatismo diplomático. Antes de la elección había declarado a sus seguidores que la esperanza es lo último que muere y que, debido al complejo sistema electoral norteamericano, había que ejercitar la paciencia. Todo hace pensar que deberá pensar en una estrategia para el trato con su nuevo colega.

En los últimos dos años, desde la toma de posesión de Bolsonaro en enero de 2019, en lo que refiere al estilo de gobierno, al comportamiento y a los planes políticos, las similitudes entre el excapitán del ejército brasileño y el empresario inmobiliario estadounidense eran imposibles de no ver. Tanto Bolsonaro como Trump siempre trataron de mantener la imagen de presidente antisistema creada en sus respectivas campañas electorales; no tuvieron inhibiciones, aun en tiempos de coronavirus, de buscar la proximidad física con la base de sus partidarios, y prefirieron una comunicación política directa, mientras que los medios tradicionales que criticaban al gobierno a menudo eran presentados como enemigos.

Después de asumir el cargo, Bolsonaro, en un gesto de gran carga simbólica, fue el primer jefe de Estado extranjero en visitar al presidente Trump en la Casa Blanca. Además, siempre mostró interés en una buena relación personal con Trump y una mejora en las relaciones entre Estados Unidos y Brasil. En forma similar a la política de Trump «America first», también el gobierno de Bolsonaro persigue un rumbo fuertemente nacional bajo el lema «Brasil acima de tudo, Deus acima de todos» (Brasil sobre todo y Dios sobre todos). De manera análoga a la controvertida decisión de la administración Trump, Bolsonaro también había anunciado a principios de este año, de acuerdo con las demandas de los evangélicos, uno de sus grupos de apoyo más importantes, el traslado de la embajada brasilera en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, a más tardar en 2021.

Desde una perspectiva general, bajo el presidente Bolsonaro se produjo un alejamiento parcial del tradicional compromiso multilateral de Brasil en la política internacional. Sin embargo, a diferencia de Donald Trump, Bolsonaro no cumplió con el repetido anuncio de que se retiraría del Acuerdo de París sobre el clima. También en lo relativo a cuestiones comerciales, Brasil sigue mostrando un gran interés por los acuerdos multilaterales, lo que contradice la concepción transaccional de Trump sobre la política comercial. Así es que los representantes del gobierno brasileño reconocieron expresamente como un gran éxito la celebración del acuerdo UE-Mercosur en julio de 2019.

No se esperan cambios en los ejes temáticos de la política exterior

A pesar de la entrada de Joe Biden a la Casa Blanca a partir de enero del próximo año y de cambios de personal en puestos clave en la política exterior de Estados Unidos, es de suponer que la lista de temas dominantes en las relaciones entre Estados Unidos y Brasil apenas cambie. Las prioridades en la agenda seguirán ocupadas por el ascenso económico de China y el aumento de la influencia geoestratégica asociada de Beijing en Brasil y América Latina, las cuestiones ambientales, climáticas y comerciales.

Aunque el presidente Biden seguramente no sea admirador declarado de la política exterior desarrollada hasta el momento por Bolsonaro, al igual que muchos de sus predecesores, es consciente de la importancia de Brasil en el contexto regional y global en su calidad de país más grande y poblado de América Latina. Esto es particularmente cierto en vista de la creciente dependencia económica del país de China; desarrollo que, por encima de las preferencias partidarias, en Washington se ve con preocupación. El proceso de concesión de licencias 5G en Brasil, previsto para el próximo año, juega un papel importante frente a la relevancia futura de esta tecnología y al enorme potencial de Brasil como mercado en crecimiento, con más de 200 millones de habitantes y una alta tasa de uso de teléfonos inteligentes. Incluso bajo el presidente Biden, es probable que Estados Unidos intente decididamente excluir al proveedor chino Huawei.

Las cuestiones ambientales y climáticas indudablemente contienen el mayor potencial de conflicto entre Bolsonaro y el recién elegido presidente Biden. Brasil deberá demostrar que se toma en serio las preocupaciones de la comunidad internacional con respecto a la selva tropical de la región amazónica, dañada por la deforestación y los incendios. Aferrarse a explicaciones cuestionables y científicamente insostenibles, y culpar a las ONG, podría marginar cada vez más a Brasil en este tema. Más le convendría apoyarse en la ayuda internacional y brindar garantías creíbles, afirmadas mediante proyectos políticos, que en el futuro se trabajará más en preservar y proteger la selva tropical y otros biotopos únicos en el país y en asegurar la biodiversidad. Un primer paso prometedor en esta dirección fue el viaje a la región amazónica de diez embajadores de diferentes países representados en Brasilia, organizado recientemente por iniciativa del vicepresidente Mourão. Durante este viaje se presentaron a los representantes diplomáticos diversos proyectos gubernamentales. Por el contrario, también debe quedarle claro a la comunidad internacional que Brasil espera negociaciones en pie de igualdad y desea que se respete su soberanía en materia ambiental.

Brasil es uno de los veinte socios comerciales más importantes de Estados Unidos, y en América Latina es incluso el segundo en importancia después de México. En octubre, Brasil y los Estados Unidos firmaron un protocolo sobre normas comerciales en el que Brasil se comprometió a realizar más reformas regulatorias y de competencia.[2] Si bien el libre comercio entre los dos Estados y una intensificación de las relaciones comerciales desde la perspectiva de EUA podrían ser útiles para frenar el aumento antes mencionado de la influencia de China en la región, también Brasil tiene un interés propio en profundizar las relaciones con socios comerciales tradicionalmente importantes como EUA y la Unión Europea. Actualmente, más de un tercio de las exportaciones brasileñas van a China y poco menos del diez por ciento a Estados Unidos, lo que muestra un claro desequilibrio y un alto riesgo de dependencia. En el pasado, la administración Bolsonaro buscó el apoyo de Estados Unidos para la membresía brasileña en la OCDE, y todavía espera la ayuda de Estados Unidos en este asunto.

¿Cambios en el gabinete ministerial como reacción a un triunfo electoral de Biden?

En el portal de noticias G1 del Grupo Globo, la empresa de medios más grande e influyente de Brasil, incluso antes de que Biden fuera proclamado ganador de las elecciones se publicó un artículo que pone en discusión una potencial reorganización del gabinete como reacción a una victoria electoral del candidato demócrata. Es posible el traslado del anterior ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, a otro cargo dentro del gobierno. Salles había causado sensación varias veces en los últimos meses con declaraciones escandalosas y, al igual que Bolsonaro, no había mostrado entusiasmo por la oferta de Biden de un pago de ayuda internacional de más de 20.000 millones de dólares para proteger la selva amazónica. El cambio del ministro de Medio Ambiente, cuya destitución prematura se preveía incluso antes de las elecciones estadounidenses, podría valorarse positivamente en Washington como señal de voluntad de cooperar en temas ambientales y climáticos. También se especula animadamente entre bastidores sobre el futuro del canciller Ernesto Araújo. El diplomático de carrera ha apoyado durante mucho tiempo la política de Trump y cree que el mundo debe liberarse del globalismo. Sin embargo, el presidente Bolsonaro aparentemente puso fin a esta especulación al dejar en claro que «no hay posibilidades» de que el canciller Araújo pierda su cargo si Biden gana las elecciones.

Conclusión

Deberán observarse con atención tanto el desarrollo de las relaciones brasileño-americanas después de las reñidas elecciones presidenciales en los Estados Unidos como el manejo de la creciente dependencia económica y política de China, que desde hace mucho tiempo reconoció la importancia estratégica de América Latina. En estas condiciones, bajo un presidente Biden que actúe racionalmente, las consideraciones geopolíticas y políticas reales podrían, en última instancia, resultar más importantes que las diferencias personales o ideológicas con el presidente Bolsonaro. Esto significaría que frenar el aumento de la influencia de China, especialmente a la luz de la inminente batalla por las ventajas en tecnologías futuras como 5G, debería seguir siendo una prioridad para los estadounidenses. Brasil, bajo el presidente Bolsonaro, que es crítico con China y rechaza abiertamente el comunismo, podría incluso ser un socio decisivo en este momento.

Además, bajo la presidencia de Biden, Estados Unidos seguramente observará si Brasil hace progresos en lo que respecta a la protección de derechos humanos, asuntos ambientales y climáticos, lucha contra la corrupción e importantes proyectos de reforma, como por ejemplo la reforma fiscal. Sin embargo, parte de una visión realista de las relaciones bilaterales es también la suposición de que Brasil, aparte del tema de la conservación de la selva tropical y la protección del clima, no jugará un papel prioritario en la política exterior de Estados Unidos. Son demasiado importantes otros países y regiones como Rusia, China y Oriente Medio. En América Latina seguramente se dé mayor prioridad a la crisis de Venezuela y a los problemas migratorios.

Después de que el presidente Bolsonaro enviara inicialmente señales cautelosas de alejamiento de Donald Trump, con la declaración «Trump no es la persona más importante del mundo», se han esperado en vano las felicitaciones oficiales de Brasilia al «presidente electo Biden». Independientemente de cuándo se produzcan, está claro que con la no reelección de Trump se ha roto un útil pero definitivamente no decisivo pilar de la base de poder de Bolsonaro. La derrota electoral del actual presidente de los Estados Unidos probablemente no perjudicará directamente al presidente brasileño Bolsonaro y su proyecto político, que es similar en estilo y contenido, pero definitivamente no dará ningún impulso en vista de su próxima lucha por la reelección en 2022.

Publicado el 10 de noviembre de 2020 en la página web de la Fundación Konrad Adenauer, oficina Brasil. Traducción: Manfred Steffen

[1] O Estado de S. Paulo, 08.11.2020, p. 6.

[2] O Estado de S. Paulo, 08.11.2020, P. A3.

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