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Descarbonización y nuevas energías

En los países de América Latina y el Caribe, con dependencia histórica de los combustibles fósiles, el sector energético ha sido central en las agendas de formulación de políticas.

La energía ha sido un factor de crecimiento económico en América Latina y el Caribe (en adelante, la región). Se puede aseverar que la tendencia del consumo de energía está directamente correlacionada con el desarrollo económico (Zhou, 2012). Es decir, a mayor consumo energético, mayor crecimiento económico. Sin embargo, el uso intensivo de energía trae consigo externalidades de impacto medioambientales. Este escenario ha llevado a los países de la región y del mundo al continuo desarrollo de políticas energéticas. El gráfico 1 muestra la correlación de variables y sus proyecciones (en líneas punteadas).

Gráfico 1. Uso de energía, pib, energías renovables y combustibles fósiles 2007-2019. Fuente: World Development Indicators (2019).

Breves comentarios sobre la transición energética en la región

La región de América Latina y el Caribe tiene una alta dependencia histórica de energías fósiles, debido a sus grandes reservas de hidrocarburos y a su sistema eléctrico y de transporte altamente dependiente de estas. Sin embargo, es poseedora de un mercado de energías renovables dinámico; las matrices energéticas de la región empiezan a complementar la energía hidroeléctrica1 y las energías renovables actúan como un factor clave de apalancamiento para el desarrollo de sus objetivos económicos y medioambientales. La tabla 1 muestra datos macroeconómicos y energéticos de la región.

Recientes reformas energéticas y cambios normativos en el sector energético de la región han originado mecanismos favorables para abrir mercados e incentivar inversiones, tales como subastas energéticas, que han ayudado a acelerar el aumento de energía eléctrica proveniente de fuentes renovables como la geotérmica, la eólica y la solar. El vasto potencial regional para las energías renovables, las nuevas regulaciones y las economías de escala ofrecen un campo de oportunidad histórico para detonar el crecimiento del sector, el aseguramiento energético y el cumplimiento de compromisos medioambientales.

Tabla 1. Datos macroeconómicos y energéticos de América Latina y el Caribe Fuente: World Development Indicators (2019).

En el contexto regional, Brasil es el mayor productor de petróleo y se ubica como el tercero global en generación hidroeléctrica. El país consume el 47 % de petróleo en su matriz energética; la segunda fuente de energía es la hidroeléctrica (29 %), mientras que el carbón y el gas natural están disminuyendo. Brasil pretende reducir al menos el 40 % de sus emisiones de gei para 2030. Para lograr esos objetivos ha aumentado un 52 % su capacidad instalada de energía renovable (excepto energía hidroeléctrica), y un 48 % su capacidad de energía hidroeléctrica (Albuquerque, 2019).

México tiene vastas reservas de petróleo y gas. Sin embargo, debido a que históricamente contaba con una industria energética monopolizada y obsoleta, importaba casi la misma cantidad de petróleo que sus exportaciones. Desde la reforma de 2013, las energías renovables han tenido la oportunidad de desarrollarse para alcanzar las metas de energía renovable (35 % para 2024). Argentina se desempeñó hasta el 2011 como un importante productor de combustibles fósiles. Los gobiernos de Kirchner y Fernández modificaron la industria energética y el país se convirtió en un importante importador de energía. Hoy en día, Argentina depende del petróleo y el gas (casi el 87 %) pero el país apunta a reducir su dependencia de los combustibles fósiles para alcanzar sus objetivos de energía renovable (20 % para 2025). Chile tiene una ubicación geográfica estratégica y apunta a aprovechar sus fuentes de energía solar y eólica para reducir el consumo de combustibles fósiles. La energía en Colombia proviene en primer lugar de plantas hidroeléctricas, debido a su gran cantidad de ríos, y en segundo lugar de combustibles fósiles. El país cuenta con gran potencial en recursos energéticos aún sin explorar, principalmente energía solar y eólica.

Hoy en día, la región sigue siendo un importante consumidor de energía y emisor de CO2. El gráfico 2 muestra tendencias alcistas en el consumo de energía y emisiones, junto con sus rendimientos en indicadores macro y sus proyecciones para 2018 y 2019.

En la región, los cinco emisores de gases de efecto invernadero (GEI) más grandes son: 1) Brasil, 1823 Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo); 2) México, 748 Mtep; 3) Argentina, 405 Mtep; 4) Venezuela, 396 Mtep; y 5) Colombia 200 Mtep (CAIT, 2019).

A pesar de las ligeras tendencias al alza en consumo de energía y emisiones en la región, la descarbonización de su economía está avanzando, pues se han establecido objetivos y acciones para mitigarlos. Los gráficos 3 y 4 muestran el comportamiento normalizado (base 100 = 2017) del consumo de fuentes de energía y generación y producción de energía en la región. Se aprecia que, conforme avanza el tiempo y el valor de la energía solar va creciendo, se va alejando del 100. Esto sucede porque, en particular, los datos reales de energía solar (consumo, generación y producción) en la región crecieron 70.789 % del año 2007 al 2017. Además, se muestran las proyecciones para los años 2018 y 2019.

Industrias intensivas en energía

La intensidad energética permite una estimación aproximada del nivel de eficiencia en el uso de los recursos energéticos.

Cambios en la política energética con énfasis en los desafíos

Los países en la región tienen el desafío de implementar políticas públicas que combinen la relación entre el crecimiento económico, el consumo de energía y la reducción de emisiones de CO2, sin socavar el desarrollo. La viabilidad de estas medidas debe ser contextualizada para cada país sobre la base de sus propias características, fortalezas y debilidades. El gráfico 6 muestra el acceso a la electricidad, el mix histórico de electricidad y sus proyecciones hasta 2017-2019.

Tabla 2. Intensidades de energía sectoriales (consumo final). Fuente: Organización Latinoamericana de Energía.

Gráfico 5. Uso de energía en América Latina y el Caribe, 2017. Fuente: Organización Latinoamericana de Energía.

Contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (INDC)

El Acuerdo de París,2 alcanzado en diciembre de 2015 en el marco de la 21.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, establece los compromisos de los países a través de INDC (por sus siglas en inglés, mecanismos para lograr la reducción de GEI y contribuir a la adaptación al cambio climático).

En la región, las metas de reducción de GEI para 2030 son ambiciosas: Brasil 37 %; Chile 30 %; México y Costa Rica 25 %; Colombia, Ecuador y Perú 20 % (2025-2030), y han contribuido a impulsar políticas públicas para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y favorecer la descarbonización de las respectivas economías (Rogelj, 2016).

Política energética actual

El mercado de fuentes de energía renovable en la región está creciendo. Los gobiernos están implementando diferentes tipos de medidas para alentar las inversiones en el sector. Las subastas de energía renovable son un instrumento financiero cada vez más popular entre los gobiernos con el fin de obtener electricidad renovable a un costo competitivo y de acuerdo con sus características geográficas y geopolíticas. Argentina, Brasil, Chile y Costa Rica han completado rondas de subastas exitosas. En este contexto, Brasil, Chile y México ofrecen las condiciones de mercado más favorables para la energía solar. Argentina y Colombia muestran mejores condiciones para el mercado de la energía eólica.

Parque eólico. Foto: Pexels, vía Pixabay

Escenarios energéticos ante cambios de gobierno

Históricamente, el sector energético ha sido un tema políticamente crítico para los países de la región, lo que ha llevado a enfoques inconsistentes entre gobiernos anteriores y gobiernos entrantes. La incertidumbre en la política energética desalienta las inversiones en el sector y reduce la capacidad de planeación operativa para los agentes involucrados.

« La expansión de la energía renovable se considera beneficiosa para las relaciones internacionales, el desarrollo económico y las estrategias ambientales trasnacionales »

región celebraron elecciones presidenciales, lo que podría representar cambios en la política energética en los siguientes años. Países como Brasil y México, que estaban desarrollando reformas energéticas orientadas al mercado, aumentado así promesas de inversión, viven ahora escenarios de incertidumbre para las empresas y los inversores, particularmente en el sector del petróleo. Por el bien de los sectores energéticos, los gobiernos deben procurar el consenso y las colaboraciones transectoriales para maximizar la productividad de las matrices energéticas y garantizar la seguridad energética en la región.

Reflexiones sobre las implicaciones geopolíticas de la transición energética

La energía ha sido históricamente un factor central en la geopolítica regional, y esto se relaciona con la abundancia de hidrocarburos en la región. Sin embargo, las energías renovables se están expandiendo rápidamente, con la producción de energía solar, eólica e hidroeléctrica. Las inversiones en energía renovable reconfigurarán la geopolítica del gas y el petróleo, y aumentarán la importancia de las energías limpias en la matriz energética.

La expansión de la energía renovable se considera beneficiosa para las relaciones internacionales, el desarrollo económico y las estrategias ambientales trasnacionales. La región ve el crecimiento de la energía renovable como una ventana de oportunidad para crecer económicamente y para combatir el cambio climático, en el entendimiento de que los combustibles fósiles contribuyen al cambio climático y la mayoría de los países en la región avalan el uso de un impuesto al carbono (Alatorre, 2019).

Conclusión

La matriz energética de América Latina y el Caribe se compara favorablemente con otras regiones del mundo. La energía hidroeléctrica es actualmente la fuente de energía renovable más utilizada en la región. Sin embargo, la energía solar y la energía eólica han crecido recientemente debido a innovaciones tecnológicas, cambios regulatorios, inversiones y su competencia en los costos promedio por MWh.

Para garantizar un suministro estable en la región se requieren fuertes inversiones en sus redes de transmisión, para integrar las energías renovables, especialmente aquellas como la solar y la eólica que son intermitentes. Es esencial que se implementen acciones para aumentar la eficiencia energética y así mejorar el suministro para promover el desarrollo económico, reducir el consumo de energía y las emisiones de contaminantes a la atmósfera.

También es esencial que se diversifique la matriz energética con una expansión de energías renovables y tecnologías limpias, para diferenciar el consumo de energía y reducir emisiones de GEI. La región enfrenta nuevos desafíos de política energética. Por ello, en lugar de tomar posiciones divisorias en esta materia, los gobiernos deben buscar construir un consenso y colaboraciones transectoriales y trasnacionales para el cumplimiento de sus objetivos.

Aún existen muchos retos por superar. Sin embargo, la falta de cooperación internacional, el incumplimiento de los compromisos ambientales por los gobiernos, la falta de regulaciones ambientales y la incertidumbre política se han convertido en una barrera para el desarrollo de la energía renovable en la región y han desincentivado la iniciativa privada y las inversiones en el sector.

« Para garantizar un suministro estable en la región se requieren fuertes inversiones en sus redes de transmisión, para integrar las energías renovables, especialmente aquellas como la solar y la eólica que son intermitentes »

Bibliografía

Alatorre, J. E., Caballero, K., y Ferrer, J. (2019). El costo social del carbono: una visión agregada desde América Latina. Santiago de Chile: CEPAL.

BP Statistical Review of World Energy. (2019). ‹https://www.bp. com›.

CAIT Climate Data Explorer. (2019). «CAIT Climate Data Explorer», WRI.

Albuquerque, S., Uhlig, A., Simões, A. F., y Goldemberg, J. (2019). «An assessment of the socioeconomic externlities of hydropower plants in Brazil», Energy Policy, n.º 129, 868-879.

Organización Latinoamericana de Energía. (2019). ‹http://www.olade. org/›.

Rogelj, J., Den Elzen, M., y Höhne, N. (2016). «Paris Agreement climate proposals need a boost to keep warming well below 2 C», Nature, vol. 534, n.º 7609, 631.

World Development Indicators. (2019). ‹https://data.worldbank.org›.

Zhou, P., Ang, B. W., y Zhou, D. Q. (2012). «Measuring economy-wide energy efficiency performance: a parametric frontier approach», Applied Energy, vol. 90, n.º 1, 196-200.

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