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Discutiendo lo sagrado: la laicidad en Uruguay

La tradición laica del Uruguay proviene de una disputa de principios del siglo XX entre grupos: católicos, liberales y masones. Desde hace al menos diez años, varios hechos cuestionan esta tradición laica anticlerical, que otrora fue considerada como sagrada.


Cruz sobre el Boulevard Artigas, en Montevideo, que indica el lugar en donde el Papa Juan Pablo II ofició la primera misa en su visita a la ciudad (1987). Al pie, una estatua del Pontífice. Wikimedia Commons, autor Banfield.

Cruz sobre el Boulevard Artigas, en Montevideo, que indica el lugar en donde el Papa Juan Pablo II ofició la primera misa en su visita a la ciudad (1987). Al pie, una estatua del Pontífice. Wikimedia Commons, autor Banfield.


Hace pocos días, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, en Montevideo, fuimos testigos de un espacio para el debate respetuoso sobre la laicidad. Participantes de lugares tan diversos como la academia, ONG, religiosos, políticos, gobernantes y periodistas se dieron permiso para cuestionar juntos un tema «casi sagrado» y tabú en la cultura uruguaya, que ha sido tratado en profundidad por diversos grupos religiosos y en el Diálogo Interreligioso Uruguayo ha sido de preocupación y propuesta.

Este seminario tuvo como elemento novedoso la presencia de representantes del gobierno de primera línea y de académicos que se sumaron al debate. Destacaron el aporte de Javier Miranda (secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República), Matías Rodríguez (director nacional de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social), el sociólogo Néstor Da Costa y el antropólogo Nicolás Guigou.

Fernando Rodríguez director del INAU (Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay) afirmó: «No podemos separar la religión del cuidado de la polis, de la vida política de la ciudad, y por esto es importante pensar el concepto de la laicidad». Por otro lado, Néstor Da Costa llamó la atención para pensar «un modelo de laicidad inclusiva como una herramienta para la convivencia». Académico, religiosos y gobernantes acordaron la necesidad de repensar el modelo laicista o el de un Estado que prescinde de lo religioso.

El foco de la discusión estuvo en la necesidad de transitar de un modelo de laicidad que trataba de negar lo religioso, a uno más inclusivo y de reconocimiento de la diversidad religiosa. Los especialistas coincidieron en la existencia de una crisis del laicismo y la laicidad negativa. Apuntaron a que no se puede negar el derecho a la práctica del culto y que el desarrollo de un modelo de laicidad inclusiva o del reconocimiento puede prevenir fundamentalismos y odios basados en el prejuicio sobre las creencias religiosas.

La laicidad se situó en la discusión pública en diversos momentos de la agenda política y religiosa de este año en Uruguay, de manera que durante la jornada se plantearon algunos puntos candentes. Entre ellos podemos mencionar el uso del velo en el ámbito escolar por las niñas sirias, la presencia de la capilla católica en el Hospital Militar, la futura instalación de una imagen de la virgen María en la plaza Armenia, así como también se retomó la discusión sobre la simbología religiosa en los espacios públicos, en los ejemplos del papa Juan Pablo II junto a la cruz en Tres Cruces o la estatua a Iemanjá.

En relación con las políticas públicas se analizó la presencia de cientos de convenios que se ejecutan cotidianamente entre el Estado uruguayo y diversas organizaciones religiosas. A partir de la apertura democrática comenzó a fortalecerse un vínculo de cooperación entre el Estado y los diversos espacios religiosos para atender a las demandas sociales. Se entiende que el Estado valora la capacidad de gestión de las organizaciones basadas en la fe y hace acuerdos para la atención de situaciones de vulneración social (CAIF, centros juveniles, proyectos educativos, entre otros).

Entre las experiencias se destacó la del Centro Interreligioso en la cárcel del COMCAR, a cargo del sacerdote Javier Galdona, donde participan doce confesiones religiosas y para el cual se elaboró un protocolo para la atención de la vida religiosa en la cárcel. Así, se trajeron a discusión las principales propuestas del Diálogo Interreligioso Uruguayo: enseñanza sobre creencias de acuerdo con la Ley de Educación n.º 18437, creación de una secretaría de culto o similar; inclusión en el próximo censo de una pregunta sobre definición religiosa y el festejo de un día particular para el diálogo interreligioso.

Este espacio no llegó a conclusiones cerradas, pero sí hubo acuerdo en que la dignidad humana debe estar en el centro y la perspectiva de derechos humanos debe guiar el proceso. A partir de esto se generan nuevas preguntas en torno a la temática planteada. ¿Cuál debe ser el vínculo entre las religiones y el Estado? ¿Cómo acordar un nuevo modelo de laicidad?

El seminario fue organizado por el Grupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública (GEMRIP) y el Observatorio del Sur (Obsur), con el apoyo de la Facultad de Ciencias Sociales Udelar, el Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH) y la Fundación Konrad Adenauer.

Nicolás Iglesias Schneider | @nicois1983

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