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El acuerdo con la Unión Europea y sus efectos de refundación del Mercosur


El acuerdo de asociación birregional entre el Mercosur —concebido como una unidad negociadora— y la Unión Europea está entrando en su fase final de concreción.

Por su magnitud y su potencial impacto en las economías y en el comercio exterior de ambas regiones, requerirá una atención prioritaria en los próximos meses. Pero, sobre todo, por ser un acuerdo cuya fase negociadora —al menos en su componente comercial— concluyó hace ya un año y está entrando en su etapa de firma y posterior ratificación parlamentaria.

De concretarse como ha sido previsto, brindará una oportunidad de poner de manifiesto la capacidad de los países del Mercosur de traducir en hechos concretos las metas ambiciosas que se fijen en sus estrategias de inserción comercial internacional y a demostrar, a tal efecto, que están en condiciones de cumplir tales metas empleando metodologías organizativas eficaces.

A partir de la conclusión formal y de su entrada en vigencia, se iniciará la etapa principal de este acuerdo de asociación birregional. Tal etapa puede denominarse como la del día después. Es aquella en la que, tanto a nivel gubernamental como empresarial, se tendrá que hacer lo requerido para cumplir con los compromisos asumidos en los plazos previstos, y lo necesario para sacar provecho de la ampliación asegurada de los respectivos mercados. Por ende, es una etapa que debe ser preparada con suficiente anticipación.

En la práctica, la preparación de la etapa del día después comenzará cuando el texto final del acuerdo completo sea efectivamente conocido en todos sus pilares (político, de cooperación y comercial) y en todas sus disposiciones organizativas y eventualmente transitorias.

La publicación completa del acuerdo birregional (tal como será firmado) constituirá un paso fundamental orientado a la conclusión del proceso negociador, ya que, entre otros resultados, facilitará el desarrollo de los necesarios debates sociales sobre el acuerdo, incluyendo en particular los que deberían acompañar los respectivos procesos de aprobación legislativa.

Tras casi treinta años en que comenzó a explorarse la idea del acuerdo birregional y veinte años de negociaciones, a los respectivos liderazgos políticos les sería difícil explicar a sus ciudadanías las consecuencias tanto económicas como políticas de un eventual fracaso. Por el contrario, les sería más conveniente sacar provecho de los alcances refundacionales de este acuerdo sobre el propio Mercosur.


En la etapa pospandemia, la fijación de metas ambiciosas aparece como una de las prioridades para el desarrollo del futuro comercio exterior argentino y del Mercosur. Será una forma de superar los efectos depresivos que se han observado en las ciudadanías de nuestros países, y en particular de la Argentina, como consecuencia del COVID-19.

Para que sea percibida como realista, tal meta debe ser procurada con el desarrollo de una buena organización institucional. Al menos en el caso argentino, por lo tanto, debe involucrar en forma efectiva y simultánea al Gobierno nacional, a los respectivos gobiernos provinciales y locales, y a todos los sectores de la sociedad, incluyendo en particular al empresarial, al laboral y al de las nuevas generaciones, por ser estas las más sensibles a la creación de condiciones razonables y sustentables de futuro.

Tienen que ser metas ambiciosas, tanto en una perspectiva cuantitativa como cualitativa. Esto es, que impliquen saltos significativos y sobre todo sustentables en la cantidad y en la calidad de bienes y servicios que se pueden transferir al mundo, pero que asimismo reflejen una incorporación significativa de la inteligencia y la tecnología utilizados en los respectivos procesos productivos.

A su vez, una buena organización contribuiría a que tales metas sean percibidas como realistas, en el sentido de que puedan conducir a dar saltos de eficacia y de efectividad en la gestión de todos los estamentos involucrados con la concreción de una estrategia de inserción argentina y del Mercosur en el comercio mundial.

El acuerdo de asociación entre el Mercosur y la Unión Europea, que ahora está entrando en su fase final de concreción, brinda una oportunidad de poner de manifiesto la capacidad de nuestro país y de sus socios en el Mercosur, para traducir en hechos concretos las metas ambiciosas que se fijen en sus estrategias de inserción comercial internacional y a demostrar, a tal efecto, que están en condiciones de llevarlas adelante empleando, en todos los niveles, las necesarias metodologías organizativas.

Por otra parte, la concreción de esta ambiciosa asociación birregional se vincula con la necesidad que tienen el país y el Mercosur de impulsar distintas modalidades de acuerdos de asociación con otros países relevantes del sistema comercial internacional, tales como los que están en la agenda actualmente pendiente de desarrollo.

Todos ellos se supone que son acuerdos que no solo son compatibles con los principios y reglas del sistema multilateral del comercio internacional, sino que además significarían una contribución a su fortalecimiento, tanto en una perspectiva económica como política.

El acuerdo de asociación birregional entre el Mercosur —concebido en perspectiva como una unidad negociadora, tal como fuera la idea fundacional— y la UE, es el que requerirá entonces una atención prioritaria en los próximos meses. No solo por su magnitud y su potencial impacto en las economías y en el comercio exterior de ambas regiones, sino sobre todo porque es un acuerdo cuya fase negociadora, al menos en su componente comercial, concluyó hace un año y ya está entrando en su etapa de firma y posterior ratificación parlamentaria.

En una perspectiva argentina, como también de sus socios en el Mercosur y los de la UE, tras casi treinta años de que comenzó a explorarse la idea de un acuerdo birregional y veinte años de negociaciones durante distintos períodos gubernamentales, a los respectivos liderazgos políticos les sería difícil explicar a sus ciudadanías las consecuencias tanto económicas como políticas de un eventual fracaso. Más aún si tales consecuencias pudieran incluso reflejarse en la supervivencia del propio Mercosur. Por el contrario, les sería más conveniente sacar provecho de sus alcances refundacionales sobre propio Mercosur.

A partir de su conclusión formal y de su posterior entrada en vigencia, se iniciará la etapa principal de esta asociación birregional. Esta puede denominarse como la etapa del día después (véase al respecto este artículo de septiembre de 2019).

Tal etapa es aquella en la que tanto al nivel gubernamental como al empresarial se tiene que hacer lo requerido para cumplir con los compromisos asumidos en los plazos previstos, y lo necesario para sacar provecho efectivo, y por lo tanto medible, de la ampliación asegurada de los respectivos mercados.

Pero, en la práctica, la preparación de la etapa del día después comienza cuando el texto final del acuerdo completo sea efectivamente conocido en todos sus pilares (político, cooperación y comercial) y en todas sus disposiciones organizativas y eventualmente transitorias.

Tal publicación completa (que no se ha efectuado hasta la fecha de circulación de este artículo) será entonces visualizada como un paso fundamental orientado a la conclusión del proceso negociador. Entre otros resultados, facilitará el desarrollo de los necesarios debates sociales sobre el acuerdo, incluyendo en particular los que deberían acompañar los respectivos procesos de aprobación legislativa.

En mucho, la eficacia de lo que cada país y sus empresas logren en sus respectivas estrategias de aprovechamiento del acuerdo dependerá de lo que desde ahora hagan en función de las oportunidades y desafíos que se empezarían a abrir tras la entrada en vigencia de este.

En la preparación para el día después, y al menos en una perspectiva argentina, tres cuestiones merecerán una especial atención:

  1. una es la atención particular que habría que ponerle al desarrollo, en la práctica, de las disposiciones previstas en el acuerdo birregional para el apoyo a la participación efectiva y a la internacionalización de las pequeñas y medianas empresas;

  2. otra se refiere a la participación activa de los gobiernos locales en el aprovechamiento, con sus respectivos sectores productivos, de las oportunidades que se abrirán con el acuerdo birregional;

  3. la tercera es la de analizar los múltiples desdoblamientos a que puede dar lugar el acuerdo birregional, tan pronto se lo inserte con sus respectivas reglas de origen en la red de acuerdos de comercio preferencial que han celebrado o puedan celebrar el Mercosur y la UE con otros países y regiones y, en especial, con los de la Alianza del Pacífico.

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