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El bueno, el malo y el feo: los últimos tres presidentes guatemaltecos


La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala abrió la caja de Pandora y el primero en ser golpeado fue el general retirado Otto Pérez Molina. Su historia se repitió con la figura que ascendió con la promesa de ser todo lo contrario: el humorista Jimmy Morales. Ahora, Alejandro Giammattei asumirá el próximo 14 de enero la conducción de un país asolado por la corrupción y sin la exitosa herramienta que fue la CICIG para investigarla.

Cuando acusaciones judiciales acompañadas de calles colmadas obligaron en 2015 a renunciar a Otto Pérez Molina, en Guatemala se inició un proceso que dio lugar a otros dos presidentes con trasfondos bien distintos: primero un comediante llamado Jimmy Morales y luego Alejandro Giammattei, un exjefe de prisiones que ganó las elecciones el pasado domingo. La corrupción de la que se los acusó de ser parte y su relación con el principal órgano que la investiga, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), sirven para encuadrar a cada figura.

La CICIG abrió la caja de Pandora y el primero en ser golpeado fue el general retirado Otto Pérez Molina. Esta comisión internacional investigadora funcionó a partir de la selección del colombiano Iván Velásquez como comisionado en 2014 para evidenciar junto al Ministerio Publico la corrupción endémica que atraviesa el país y que tiene como raíz el financiamiento ilegal de la política. Al denunciar a Pérez Molina de ser la cabeza de una mafia aduanera que recibía sobornos a cambio de brindar ayuda para evadir impuestos y resolver trabas en las importaciones se sucedieron una serie de manifestaciones que produjeron que el Congreso le retirara la inmunidad judicial y, sin apoyos, no le quedó otra que renunciar. Querido por pocos, Pérez Molina es el feo.

Ante la gran agitación popular era de esperar que las elecciones del año siguiente giraran en torno a la lucha contra la corrupción, y quien mejor pudo levantar esa bandera fue Jimmy Morales. La presencia de este humorista outsider de solo 46 años pudo capitalizar el gran descontento por la política que todos los días se acrecentaba por los hallazgos de la CICIG y con relativa facilidad asumió el poder a principios del 2016.

En un principio, Morales se comprometió a apoyar el desempeño de la CICIG, pero bastó con que lo empezara a investigar a él y a su círculo cercano, para ir contra ella y su comisionado Iván Velázquez. En particular, causaron malestar las acusaciones por fraude y lavado de dinero a miembros de su familia y la solicitud de retirarle la inmunidad judicial por presuntamente haber ocultado información financiera y contable de su partido durante la campaña.

De esta forma, la historia de Pérez Molina se repetía con la figura que ascendió con la promesa de ser todo lo contrario. Aun así, los diferencia mucho su reacción; mientras Pérez Molina se mostró pasivo, Morales se arropó el papel de malo y arremetió con todo contra la CICIG. Por un lado, ordenó el cierre prematuro de este comité internacional, una decisión que luego fue revocada por la Corte de Constitucionalidad. Sin embargo, la maniobra a la que más tarde acudió Morales fue no renovar el mandato de la CICIG, que termina el 3 de septiembre de 2019. Pero yendo aún más allá, Morales aprovechó una gira de trabajo en el exterior del comisionado Iván Velázquez para no permitir que regresara al país y continuara investigando. En este caso, la Corte de Constitucionalidad volvió a dejar sin efecto la decisión, pero Velázquez sigue sin volver por considerarlo un inconveniente si eso significa generar mayores convulsiones en el país, y mucho más en el marco de unas nuevas elecciones.

La segunda vuelta de estas elecciones, celebradas el pasado domingo 11 de agosto, consagró como presidente electo con un 58,1% de los votos a Alejandro Giammattei, dejando muy atrás a Sandra Torres con un 41,8%. A lo largo de su campaña, Giammattei se comprometió a luchar contra la corrupción pero se opuso a renovar el mandato de la CICIG. Difícilmente tenga buenos recuerdos del mismo Comité que hace unos años lo acusó de participar en la presunta ejecución extrajudicial de siete reos cuando dirigió el sistema penitenciario entre los años 2005 y 2007. Por esta causa, estuvo diez meses privado de su libertad hasta que un juzgado declaró la falta de pruebas. Así las cosas, Alejandro Giammattei asumirá el próximo 14 de enero la conducción de un país asolado por la corrupción y sin la exitosa herramienta que fue la CICIG para investigarla. Si entre los últimos tres presidentes él es el bueno, eso está por verse.

Publicado en el portal Análisis Latino, de CADAL, el 16 de agosto de 2019.

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