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El centro: en busca y captura

No corren tiempos fáciles para la democracia, o al menos para ese concepto sobre el que la ciencia política ha teorizado durante tanto tiempo. Vivimos una época en la que extremistas y populistas ocupan las primeras planas de los periódicos y no solo por sus discursos delirantes sino por la capacidad real que tienen de ganar elecciones. En este periodo convulso todos deberíamos preguntarnos cuál ha sido el detonante que ha tornado en éxito esta forma de hacer política.

Vivimos en constante transición. Como anunciaba uno de nuestros eslóganes en esta plataforma hace unos años, «la política evoluciona, nosotros también». A lo largo de la historia, la sociedad ha sido testigo de múltiples mutaciones de los sistemas políticos. Sin ir más lejos, en la región, en menos de cincuenta años experimentamos regímenes autoritarios, periodos neoliberales o giros a la izquierda, todo ello sin apenas pestañear para no marearnos. Diversas experiencias políticas que se saldaron con consecuencias distintas en cada país. Sin embargo, hoy parece que presenciamos el despertar de los extremos. En medio de este clima, el consejo editorial de Diálogo Político se reunió en Montevideo para debatir sobre los temas que nos atañen como medio de reflexión cívico. ¿Por qué apuesta Diálogo Político?

Apostamos por la ciudadanía

Como medio de difusión queremos servir de vínculo entre la sociedad y la realidad política. Nos interesa servir de espacio donde nuestros lectores no solo se informen sino también expresen sus opiniones e intercambien visiones. Somos humanistas y apostamos por el ser humano.

Apostamos por el debate fraterno

Estas interacciones deben propiciar la solidaridad y la libertad, valores fundamentales de esta casa, y no fomentar la polémica ni las actitudes defensivas. No entendemos la antítesis amigo-enemigo que pretenden instalar el populismo y los extremos. Preferimos ubicarnos en el centro; aquel viejo conocido que hoy parece querer esconderse, quizá intimidado por las actitudes ególatras de los extremos. Buscamos ayudar a mentes abiertas dispuestas a entender las opiniones diferentes que nos pueden enriquecer mutuamente. Nos situamos en contra de los discursos divisorios.

Apostamos por la reflexión

El intercambio de opiniones nos lleva a fomentar la reflexión. Debemos anticipar los problemas y no esperar que estos lleguen a nosotros. Ser provocadores de discusiones constructivas que lleguen a la ciudadanía y ayuden a seguir desarrollando conciencias. Tanto América Latina como Europa están siendo amenazadas por los mismos desafíos y, por esto, nos presentamos como un espacio de diálogo y encuentro entre ambas regiones. En este escenario, nos preocupan temas como el cambio climático y la necesidad de concientizar a la población acerca de sus alcances, los flujos migratorios y los golpes mortales de las corrientes populistas que está sufriendo la democracia en nuestros continentes.

Apostamos por el pensamiento crítico

Vivimos en un mundo con sobredosis de información. Cada día recibimos nuevas noticias cuyo trasfondo no sabemos gestionar. Las fake news nublan nuestra comprensión de la realidad y nos dificultan la distinción de lo verídico. La democracia está en riesgo bajo este escenario. Por ello, debemos ser un espacio de capacitación que genere cultura política entre los ciudadanos. Una de nuestras misiones debe ser la formación de conciencias críticas que sepan diferenciar la realidad relevante. Somos traductores de conocimiento.

Apostamos por la verdad

Por eso, este no es un espacio para la falsedad ni la manipulación de información. Meditamos sobre los hechos y la política tal cual son. En un momento en el que cada grupo crea sus propias metanarrativas con las que defender su posición a toda costa, debemos servir de ancla con la verdad.

Como se expresó en el foro «¿Democracias en jaque?» al que asistimos al finalizar nuestra mesa de trabajo y que contó con la participación de varios de nuestros redactores, la democracia es frágil y exigente, y requiere participación y la moderación de las élites y las multitudes. Para ello, como defendía Aristóteles, debemos buscar el centro y huir de los extremos. Algo difícil en nuestros días cuando la acumulación de fracasos de las clases políticas ha llevado a populistas y extremistas a ocupar esos espacios que se han ido creando con voluntades y promesas diferentes.

Por eso, no debemos equivocarnos. No nos encontramos ante el triunfo de los extremos sino ante la derrota del centro, ese espacio que ya nadie parece querer ocupar. ¿Dónde se fue el centro? ¿Planea volver? Quizá huyó porque no supo cubrir las demandas de una ciudadanía que, extasiada en escándalos de corrupción y cansada hasta el hartazgo de una clase política que no contestaba a lo que se le reclamaba, decidió castigarlo.

Hoy todos buscamos el centro. No sabemos dónde fue. Se ofrece recompensa al que lo encuentre; está en busca y captura.

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