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El joven «Nobel» de las matemáticas, un ejemplo para América Latina

El logro de un joven alemán y de otros que con esfuerzo han llegado a este punto es una fuente de inspiración para los chicos y chicas de América Latina.

Peter Scholze

Peter Scholze


El prestigioso galardón del Premio Nobel se otorga anualmente como reconocimiento a las contribuciones excepcionales en campos de paz, economía, literatura, física, química y medicina. Sin embargo, desde que se hizo la primera entrega de esta distinción en 1902, nunca se ha considerado incluir a las ciencias matemáticas. De todos modos, para contrarrestar esta falta, se hace entrega de la Medalla Fields, el premio más importante dentro de la comunidad matemática internacional, que se concede desde hace más de ochenta años de forma cuatrienal a los mejores aportes en el área durante el Congreso Internacional de Matemáticas (ICM, por sus siglas en inglés), la reunión más importante en la comunidad matemática.

Este símbolo de las matemáticas aterrizó, en su mayoría, en manos de académicos europeos y estadounidenses. No fue sino hasta hace poco tiempo que por primera vez en América Latina un matemático consiguió acuñar su nombre en la afamada lista de ganadores. Ese fue el caso del franco-brasileño Artur Ávila (39) del Instituto Nacional de Matemática Pura y Aplicada, condecorado en la ciudad de Seúl en el año 2014. Este reconocimiento parece haber dado visibilidad a la región en el mundo de las matemáticas. Así es como, después de 121 años, el ICM llegó por primera vez al hemisferio sur para la edición 2018 y se celebró en la emblemática cidade maravilhosa, Río de Janeiro. Aquí fueron galardonados cuatro científicos: un indio, un iraní, un italiano y el más joven, el catedrático alemán Peter Scholze de 30 años.

Scholze nació en la ciudad de Dresde y creció en Berlín. Consiguió su grado en matemáticas en la Universidad de Bonn cursando solo la mitad del tiempo requerido y hoy es la cabeza del Instituto Max Planck de Matemáticas. El brillante matemático tocaba el bajo en una banda de rock cuando tenía 17 años; a sus 24, gracias al acelerado avance en sus estudios, se convirtió en el catedrático más joven de la historia de Alemania. La Medalla Fields simboliza un logro más dentro de la amplia lista de reconocimientos que ha recibido. Entre todos estos, el que más llamó la atención del público fue el premio de Nuevos Horizontes en Matemáticas, financiado por Mark Zuckerberg y Yuri Milner. No obstante, lo anecdótico no reside en el involucramiento del creador de Facebook, sino en el hecho de que Scholze rechazó el galardón que estaba dotado con 100.000 dólares. Ante la falta de explicaciones de Scholze, solo hay cabida para meras especulaciones.

Partiendo del ejemplo del joven Scholze, vale la pena reflexionar sobre la situación América Latina. Nuestra región tiene indicadores educativos que merecen la atención de todos los gobiernos y de las fuerzas vivas de la sociedad por su bajo rendimiento; apenas diez universidades en toda la región se encuentra dentro de las mejores 500 del mundo. La difusión de la importancia de la excelencia académica es crucial. En matemáticas y en otras disciplinas hay mucho por hacer. El fomento del talento y las excepciones que generan motivación entre jóvenes y estudiantes en general puede ser una herramienta que, con mayor exhibición mediática, ocasione un positivo efecto rebote en toda la región.

El logro de este joven alemán, y de otros que con esfuerzo han llegado a este punto, es una fuente de inspiración para los chicos y chicas que desde las aulas de clases y desde sus hogares se esmeran por dar su aporte al conocimiento humano.

Desde hace varias décadas el debate sobre la educación en América Latina tiene puesto el foco en el presupuesto que los gobiernos nacionales destinan para tales fines y dejan en segundo o tercer plano la excelencia y la calidad resumida solo al contraste con los indicadores que los países desarrollados sacan al mercado para comparar sus instituciones más vanguardistas. La calidad es importante y la excelencia también. Mucho. En ese sentido, poner en relieve premios como este «Nobel» de matemáticas es productivo para aquellas sociedades en vías de desarrollo que persiguen mayor nivel de bienestar.

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