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El populismo de derecha y la seguridad

La agenda del populismo de derechas

El populismo de derechas en la actualidad posee una agenda que en mayor o menor medida se reproduce en diferentes países del mundo con escasas diferencias. Según el académico Cas Mudde, tanto en Europa como en el resto del mundo, pasando por India, Estados Unidos y Australia, el populismo de derechas se caracteriza por enfocarse en cuatro temas fundamentales a partir de los cuales se articula el ensamblaje discursivo nacionalista, nativista y, en la mayoría de los casos, xenófobo: la corrupción, la migración, la seguridad y la política exterior (Mudde, 2019).

Por un lado, aparece la cuestión de la corrupción. Un issue que está relacionado con el concepto populista del amigo-enemigo. El populismo se apoya en dos conceptos básicos y a la vez contrapuestos: la gente y la elite. Nosotros y ellos. En su discurso, el líder populista se arroga el derecho de estar hablando en nombre de la gente. Él, su partido, su movimiento, es quien mejor entiende lo que la gente necesita. Conoce la voluntad general (general will) y lucha por ella. Por el contrario, para el discurso populista, la elite (los de arriba, ellos) quiere lo contrario. Ellos ignoran esa voluntad de la gente y esto es así porque la elite está corrompida (Eatwell y Goodwin, 2018).

« Cuando el populismo de derechas habla de seguridad, la ubica en la lógica binaria del amigo-enemigo y con ello establece una escala moral reduccionista. Es decir, existe un enemigo que representa todo lo negativo y lo rechazable. Ese enemigo es la causa de la amenaza. »

Esa definición binaria es la que se aplica al segundo tema de su agenda: la migración. Según los populistas, la migración no es más que una consecuencia del accionar de la elite que ignora los intereses de sus propios conciudadanos. El nativismo aparece aquí como una característica fundamental del ideario populista. El hecho de ser de aquí, de pertenecer a la comunidad (Ostiguy, 2017).

Ambos temas estructuran la orientación que caracteriza al discurso populista: el rechazo vertical, es decir, a las elites; y, a la vez, el rechazo horizontal, es decir, contra lo de fuera o lo extranjero (Rensmann, 2006). En ese doble rechazo es donde se articula el tercer tema de su agenda: la seguridad.

La seguridad como disparador del miedo

La definición de seguridad en el populismo de derechas es mucho más amplia que una mera cuestión de seguridad física (Mudde, 2019). Se trata de una visión más amplia que refiere a una problemática colectiva. Para el populismo de derechas la seguridad es un concepto que tiene relación directa con un peligro que afecta al colectivo, a la nación, a la cultura o, incluso, a la raza. Al menos en principio, los rasgos xenófobos de este discurso quedan ocultos, disfrazados por una profunda preocupación por la eventual pérdida de lo propio, por una amenaza latente que supuestamente pone todo en peligro (Jerez y Delle Donne, 2017).

Criminalidad en Alemania

Fuente: Ministerio Federal del Interior, Alemania. Polizeiliche Kriminalistatisk 2018

En efecto, cuando el populismo de derechas habla de seguridad, la ubica en la lógica binaria de amigo-enemigo y con ello establece una escala moral reduccionista. Es decir, existe un enemigo que representa todo lo negativo y lo rechazable. Ese enemigo es la causa de la amenaza.

La amenaza latente es un marco conceptual muy potente. Los marcos conceptuales, o frames, son las estructuras mentales a partir de las cuales seleccionamos, interpretamos y evaluamos la información recibida (Lakoff, 2014 y 2008; Westen, 2007). Por ejemplo, si la migración es definida como una invasión extranjera es muy posible que valoremos de forma negativa ese fenómeno y adoptemos una mala predisposición hacia los migrantes.

Poniendo a la nación en peligro, el discurso populista de derechas abona un terreno favorable a determinadas políticas y propuestas que posiblemente serían inaceptables en otras circunstancias. La sensación de inseguridad y el miedo que esta conlleva sirven como dispositivos de excepción. Es decir, permiten por ejemplo avanzar sobre las libertades individuales o presuponer culpabilidad de alguna persona según su país de procedencia o su color de piel. Y esto es posible porque el supuesto peligro es aún mayor, es colectivo. En resumen, los pilares básicos del Estado de derecho pueden ser ignorados sin más.

El poder de las teorías conspirativas

Para activar esta estrategia en relación con la cuestión de la seguridad, las teorías conspirativas son sumamente útiles. De hecho, el discurso populista de derechas está plagado de ellas. Tal es así que los académicos Eatwell y Goodwin (2018) lo describen como parte integral del estilo populista.

« Para el discurso populista, la culpa es de los políticos que han permitido o incluso alentado el aumento de la delincuencia. Por ello, concluyen, es necesario implementar políticas de mano dura. »

El líder del Fidesz y primer ministro de Hungría desde 2010, Viktor Orbán, utiliza regularmente este recurso en relación con la inmigración. En más de una ocasión ha declarado que el empresario multimillonario George Soros trabaja en un plan para inundar a Europa con inmigrantes y refugiados musulmanes. El tinte antisemita de sus mensajes se complementa con un profundo euroescepticismo. En la misma línea argumentan otros líderes populistas europeos como Nigel Farage, Marine Le Pen o Mateo Salvini. Un grupo al que se pueden sumar otros nombres como el de Donald Trump en Estados Unidos, Narendra Modi en India o Jair Bolsonaro en Brasil (Eatwell y Goodwin, 2018).

Las teorías conspirativas tienen dos características que las hacen muy poderosas: 1. son coherentes internamente, es decir, poseen un cierto sentido si se acepta la premisa inicial, que justamente está basada en un prejuicio; y 2. son incomprobables, mejor aún, hallar evidencia que las sostengan depende exclusivamente de las creencias preestablecidas. Por ejemplo, la existencia de posiciones antisemitas en ciertos sectores de una población pueden servir de base para aceptar y defender las mencionadas teorías conspirativas de Viktor Orbán.

La manipulación estadística

En el discurso del populismo de derechas, el tema de la seguridad no solo se desarrolla a un nivel abstracto sino que se busca lograr cierto respaldo empírico. La publicación de estadísticas y datos de dudosa procedencia y procesamiento es un elemento recurrente en este sentido. Veamos un ejemplo relacionado a la seguridad: la cuestión del crimen.

«Combatir la criminalidad. Seguridad para nuestras mujeres e hijas. AfD»

Fuente: Markus Spiske, Flickr

La inmensa mayoría de los partidos y movimientos populistas de derechas dan cuenta de un aumento brutal del crimen. Su intención es establecer una relación directa entre ese dato y el accionar de los enemigos de la gente: la elite y los inmigrantes. Una estrategia que refleja el esquema de doble rechazo mencionado más arriba. Por un lado, el supuesto aumento de la criminalidad es puesto en correspondencia con el crecimiento de la inmigración en una sociedad determinada. El rechazo horizontal contra los de fuera. La mera presentación conjunta de ambas mediciones no hace más que establecer una suerte de correlación entre ambas. Sin embargo, se ignoran principios básicos de la interpretación de datos: la correlación, aún si existiese, no es equivalente a la causalidad (Kahneman, 2011; Taleb, 2010).

Pero, por otro lado, este dato de aumento de la inseguridad también representa el rechazo vertical del discurso populista. En efecto, para esa visión, la causa de este mal radica en la labor de los partidos tradicionales, es decir, de la elite. Para el discurso populista, la culpa es de los políticos que han permitido o incluso alentado el aumento de la delincuencia. Por ello, concluyen, es necesario implementar políticas de mano dura. Las causas económicas, la necesidad de políticas preventivas, el refuerzo de la educación son variables que para el discurso populista no tienen relación con la inseguridad.

En esos argumentos es donde los populistas de derechas se apoyan para desestimar cualquier dato o estudio que contradiga sus argumentos. Por ejemplo, en reiteradas ocasiones el partido populista de derecha alemán Alternative für Deutschland (AfD) ha publicado su interpretación de un informe de la policía de su país sobre criminalidad entre los inmigrantes. Según AfD los datos mostraban un crecimiento de las víctimas de delitos cometidos por inmigrantes. Sin embargo, la conclusión del estudio era exactamente opuesta. Cuando los líderes de aquel partido eran consultados sobre ello y confrontados con su manipulación, se mostraban ofendidos y esgrimían que lo que estaban manipulados eran los resultados del estudio. El estudio que ellos mismos citaban para sostener sus posturas.

« Para el populismo de derechas es vital mantener y alimentar los miedos, los prejuicios y la polarización de la sociedad. Saben que ese es el contexto que necesitan para lograr su objetivo final: desestabilizar la democracia e imponer sus valores autoritarios. »

Es decir, para el discurso del populista de derechas, la realidad se compone de su interpretación de los hechos. La evidencia no es importante. Lo relevante es confirmar los prejuicios, las creencias preestablecidas, la narrativa populista. El resto no existe.1

El tratamiento de datos que utilizan los populistas de derechas no solo establece relaciones espurias entre variables que son puestas en relación de manera forzada y sin respaldo teórico ni empírico. También procuran sostener exclusivamente su narrativa. En este caso, el objetivo es construir una sensación de inseguridad que les permita seguir alimentando el discurso binario de amigo-enemigo y facilitar así la normalización de su discurso nativista y, en algunos casos, antisistema.

El verdadero peligro

La utilización de la amenaza latente como instrumento comunicacional es sumamente efectiva. Especialmente si se la aplica al tema de la seguridad. Para el populismo de derechas es vital mantener y alimentar los miedos, los prejuicios y la polarización de la sociedad. Saben que ese es el contexto que necesitan para lograr su objetivo final: desestabilizar la democracia e imponer sus valores autoritarios.

Permitir el crecimiento de este discurso es el verdadero peligro del populismo de derechas. Normalizar sus premisas y sus lógicas asumiéndolas como una visión más en el debate conlleva un alto riesgo. En efecto, el populismo empuja hacia el accionismo, hacia la acción no deliberada, hacia la verticalidad. El diálogo y el consenso, en tanto herramientas políticas para la transformación y la mejora de una sociedad, quedan relegados o incluso eliminados.

A los populistas de derechas no les importa la seguridad. Esa es la ilusión que venden. Lo que les importa es apoyarse en el tema de la seguridad para utilizarlo como plataforma de lanzamiento de sus mensajes populistas. De sus promesas vacías, de su discurso del odio, de sus visiones antidemocráticas.

El camino para no caer en la normalización del populismo de derechas y de su discurso es establecer un discurso propio con marcos conceptuales propios que apunte a tres objetivos fundamentales:

  1. reconocer la necesidad de establecer cercanía y empatía con la población. No solo con las minorías bien organizadas, sino también con los amplios, y muchas veces anónimos, sectores de la población que sienten que «no tienen voz» en las democracias actuales;

  2. no ignorar los temas incómodos como seguridad, migración o desafección política. Al contrario, incorporarlos a la agenda política y contribuir al debate, pero siempre evitando caer en las definiciones y conceptualizaciones del populismo de derechas.

  3. elaborar marcos conceptuales o frames propios sobre esos temas. Por un lado, esto impide que el populismo de derechas se adueñe de esos issues, consiguiendo así el beneficio simbólico de representar la voz de los olvidados, cuyos temas son ignorados por la elite. Por otro, la construcción de marcos conceptuales propios establece nuevas perspectivas sobre un tema que puede generar otro tipo de asociaciones mentales preexistentes que compitan con los prejuicios.

La llegada del populismo de derechas no es una casualidad ni es algo temporal. Debemos aceptar que sus causas y, por sobre todo, su crecimiento responden a ciertas deficiencias y errores que no se han visualizado ni corregido a tiempo. Las democracias liberales, los partidos políticos, las instituciones democráticas están frente a un gran desafío. Y como tal es a la vez una oportunidad para reconstruir visiones, rehacer estrategias y planificar nuevas acciones.

La sociedad actual demanda cambios; lo importante es impedir que esos cambios estén dictados por el discurso del populismo de derechas.

Referencias bibliográficas

  1. Eatwell, R., y Goodwin, M. (2018). National Populism. The Revolt Against Liberal Democracy. Londres: Pelican.

  2. Fuchs, C., y Middelhoff, P. (2019). Das Netzwerk der Neuen Rechten. Wer sie lenkt, wer sie finanziert und wie sie die Gesellschaft verändern. Hamburgo: Rowohlt Polaris.

  3. Jerez, A., y Delle Donne, F. (2017). Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania. Madrid: Libros.com.

  4. Kahneman, D. (2011). Thinking, fast and slow. Nueva York: Penguin.

  5. Lakoff, G. (2014). Don’t think of an elephant! White River Junction: Chelsea Green.

  6. Lakoff, G. (2008). The political mind. Nueva York: Penguin.

  7. Mudde, C. (2019). The Far Right Today. Cambridge: Polity.

  8. Ostiguy, P. (2017). Populism: A Socio-Cultural Approach. En C. Rovira Kaltwasser et al. (eds.), The Oxford Handbook of Populism. Oxford: Oxford University Press.

  9. Rensmann, L. (2006). Populismus und Ideologie. En F. Dacker (ed.), Populismus. Gefahr für die Demokratie oder nützliches Korrektiv? Wiesbaden: VS Verlag für Sozialwissenschaften.

  10. Taleb, N. N. (2010). The Black Swan. The Impact of the Highly Improbable, 2.ª ed. Nueva York: Random House.

  11. Westen, D. (2007). The political brain. Nueva York: Public Affairs.

  12. En este punto, el rol de los medios de comunicación, la desinformación y las redes sociales es fundamental. Por cuestiones de espacio no ampliaremos estas cuestiones. Sobre el tema en relación al populismo de derechas puede consultarse Fuchs y Middelhoff (2019).

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