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Entre unidad y diversidad


«Europa es una gran familia. Sepan que esta familia, su familia, no los dejará solos». Con estas palabras Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se dirigió a los ciudadanos italianos en un mensaje de video publicado en Facebook el 11 de marzo. Fue un llamado a la solidaridad europea y al espíritu europeo. Un llamado a la unidad en la diversidad, como dice también el eslogan de la Unión Europea (UE).

¿Solidaridad europea? ¡Los europeos la viven!

En las últimas semanas fuimos testigos de muchos actos de solidaridad en toda Europa: la Torre Eiffel fue iluminada con la tricolor italiana, la orquesta del Teatro Nacional de Serbia tocó Bella ciao en un videocollage de músicos individuales, miles de personas en Alemania cantaron desde el balcón el Himno a la alegría, que expresa los ideales de libertad, paz y solidaridad de la UE. Todas las noches a las nueve en punto se aplaude a los médicos, enfermeras y todos los que luchan en primera línea contra la emergencia. Gracias a las redes sociales, mensajes como estos se difunden rápidamente y demuestran la fuerza de la creatividad humana, uniendo a la gente a través de la generosidad y el altruismo.

Los dos caras de la digitalización

En este momento, internet y las redes sociales son, al mismo tiempo, una bendición y una maldición para nuestras sociedades. Por un lado, las conferencias y reuniones universitarias tienen lugar en línea, el Parlamento Europeo realiza votaciones por correo electrónico y los jefes de gobierno europeos debaten por videoconferencia. Por lo tanto, parece que se están superando los desafíos de la democracia, la administración pública y la tecnología. Estamos viendo la e-governance en acción.

A pesar de esto, la vida social se mudó y está limitada al interior de nuestros hogares. Con sus instrumentos multimedia, internet nos ayuda a organizar nuestra rutina diaria en la cuarentena. Usamos aplicaciones para hacer compras, para mantenernos en forma, para seguir nuestras series preferidas y para hablar con amigos.

Pero también hay otra cara de la moneda. En la web circulan peligrosas noticias falsas sobre COVID-19. Absurdas teorías de conspiración están de moda, e incluso para los expertos en comunicación es cada vez más difícil distinguir entre el relato objetivo de los hechos y la propaganda de los Estados autoritarios. En este sentido, hace una semana la UE acusó a Rusia de crear a propósito confusión, pánico y ansiedad con una campaña masiva de desinformación desde los medios de comunicación estatales rusos. Según un documento del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE): «El objetivo general de la desinformación es agravar la crisis de salud pública en los países occidentales… de acuerdo con la estrategia más amplia del Kremlin de subvertir las sociedades europeas». Sin embargo, es interesante notar que, la semana pasada, la mismísima Rusia lanzó la campaña «Desde Rusia con amor», con ayuda destinada a Italia en la lucha contra el coronavirus. Que el mal caiga sobre aquel que piense mal…

La doble cara de la ayuda internacional

No solo llegaron médicos, expertos y suministros médicos desde Moscú. También Cuba y China enviaron personal y materiales médicos para ayudar a los hospitales sobrecargados de Lombardía y otras regiones más afectadas por el coronavirus. El apoyo cubano no sorprende, la isla caribeña envía médicos para ayudar a muchos países. De hecho, se trata de una estrategia diplomática que la dictadura castrista ha seguido durante años y también representa una importante fuente de ingresos. En 2014, por ejemplo, Cuba recibió muchos elogios por su contribución a la lucha contra el ébola en África.

Sin embargo, más cerca de la estrategia rusa está la ayuda de Beijing. Esta política de poder blando tiene como objetivo limpiar la reputación del régimen autoritario, poner de relieve la falta de solidaridad de los socios europeos y subrayar la capacidad propia para gestionar la crisis.

Individualismos nacionales

El accionismo ruso y chino debería hacernos reflexionar. El 26 de marzo, dos semanas después de su discurso ante el Parlamento, Von der Leyen tuvo que reconocer que la familia europea a nivel intergubernamental estaba lejos de estar unida y ser solidaria: «Cuando Europa realmente necesitaba que estuviéramos ahí unos para otros, muchos inicialmente se preocuparon exclusivamente de ellos mismos. Cuando Europa realmente necesitaba un espíritu de todos para uno, demasiados respondieron sólo para mí mismo. Y cuando Europa necesitaba realmente mostrar que esta Unión no existe solo cuando todo está bien, demasiados se negaron a compartir lo que tenían».

De hecho, en lugar de una gestión de crisis en común en la lucha contra la COVID-19, hemos visto en las últimas semanas que un virus, que no conoce fronteras, ha provocado el cierre de fronteras en toda Europa. El accionismo nacional, sin coordinación a nivel europeo, no solo ha causado colas de decenas de kilómetros, sino que también ha hecho retroceder el espíritu común de la integración europea. Sin querer criticar las medidas adoptadas por los gobiernos nacionales, necesarias para aplanar la curva de contagio, también habría sido necesaria una acción europea para compartir la carga, organizar la ayuda y evitar el caos comunicativo y logístico en el mercado común.

Actualmente, se ha reabierto el debate entre los líderes de los países de Europa del Norte y del Sur. Mientras que sobre todo en Italia, en España y en Francia se desea encontrar un instrumento de deuda común en beneficio de todos los Estados miembros para relanzar la economía, von der Leyen comparte las preocupaciones de Alemania, los Países Bajos, Austria y Finlandia, que no quieren compartir ningún riesgo con los gobiernos más endeudados. Encontrar un acuerdo entre estas posiciones opuestas parece difícil…

«Necesitamos trabajar juntos como nunca antes»

Por supuesto, también hay ejemplos positivos de solidaridad europea desde sus Estados miembros: el 19 de marzo, por ejemplo, un avión llegó a Italia con materiales sanitarios y equipos para asistencia respiratoria donado por Alemania. Además, Alemania fue el primer país europeo dispuesto a recibir en sus hospitales a pacientes italianos y franceses. Francia y Alemania donaron millones de máscaras a Italia, seguidas de ropa y equipo de protección de otros países miembros. Incluso Albania, país candidato a la UE desde el 24 de marzo, también ha enviado médicos y enfermeras a Italia.

Se necesitan entonces más ejemplos como estos, con más coordinación, más pensamiento y más acción proeuropea en la gestión de crisis, o, en las palabras de von der Leyen: «Incluso si tenemos que permanecer más lejos de lo normal, tenemos que trabajar juntos como nunca antes».

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