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Estabilidad y cambio en el sistema de partidos uruguayo


La elección nacional del pasado 27 de octubre merece ser analizada desde muchos ángulos. Pero hay uno que es especialmente importante cuando se lo mira más allá del caso uruguayo. Los tres principales partidos políticos uruguayos (Frente Amplio, Partido Nacional y Partido Colorado) volvieron a mostrar su clásica fortaleza. Sin embargo, la tan sorprendente como exitosa irrupción de un partido absolutamente nuevo (Cabildo Abierto en su primera elección obtuvo tres senadores sobre 30 en disputa, apenas uno menos que el viejo Partido Colorado) coloca un signo de interrogación sobre la calidad del vínculo de los electores con los principales partidos. Vayamos por partes.

Durante tres elecciones el Frente Amplio (FA) se acercó al 50 % de los votos (emitidos). En 2004, 2009 y 2014, por eso mismo, conquistó la mayoría parlamentaria. En la elección de 2019, en cambio, sufrió una retracción de apoyo significativa (rozó el 40 %). Su bancada parlamentaria se redujo significativamente (perdió dos senadores y ocho diputados). El FA disminuyó su caudal electoral disminuyó en casi 200.000 votos. Siete de cada diez votos que perdió el FA corresponden a votantes del interior del país. No es tan difícil de explicar lo que está pasando. La izquierda pierde apoyo porque la economía crece poco, la fractura social persiste y la sensación de inseguridad persiste. Además, la promesa de hacerlo mejor durante un cuarto período se vuelve, inexorablemente, menos persuasiva. De todos modos, sigue siendo el principal partido político de Uruguay. Mostró que sigue siendo un partido vibrante, para usar la espléndida categoría acuñada por nuestro colega Fernando Rosenblatt. La identidad sigue viva. La capacidad de movilización también. El proceso de renovación de liderazgos, imprescindible para cualquier partido que aspire a perdurar, está en marcha. Habrá que prestar en el futuro especial atención a Óscar Andrade, Mario Bergara y Yamandú Orsi, entre otras figuras en ascenso.

Tanto el Partido Nacional como el Partido Colorado disminuyeron levemente su votación respecto a la elección anterior. Pero las ramas no deben impedir ver el bosque. El Partido Nacional sigue en el entorno del 30 %, como hace 15 años. El Partido Colorado, con un candidato a la presidencia como Ernesto Talvi, que tiene un perfil político completamente distinto al de Pedro Bordaberry (candidato colorado en 2009 y 2014), sigue rondando el 13 %. Ambos partidos conquistaron exactamente la misma cantidad de senadores que hace cinco años (10 los blancos, 4 los colorados). La señal es clarísima. A pesar de tener más de 180 años de fundados gozan de buena salud. También en estos partidos, como escribí en Diálogo Político después de las elecciones primarias, hay señales de renovación. Luis Lacalle Pou consolidó su liderazgo. Juan Sartori, la gran sorpresa de la interna blanca durante la primaria, logró ser electo senador. Ernesto Talvi, luego de una excelente performance en la primaria colorada y de un desempeño muy inferior a sus propias expectativas en la elección nacional, se prepara para ser una figura clave de la coalición de gobierno que Lacalle Pou ya viene anunciando.

Los tres principales partidos han mostrado todo su vigor. Sin embargo, irrumpió Cabildo Abierto. Este partido tiene seis meses apenas de creado. Su candidato a la presidencia, Guido Manini Ríos, jamás había competido en una elección. Es un militar de carrera, que se desempeñó entre 2015 y 2019 como comandante en jefe del Ejército. Fue designado y destituido por el presidente Tabaré Vázquez. Gozó de la confianza del Frente Amplio y ahora es uno de los líderes que brega por la derrota electoral de la izquierda. De hecho, la noche misma de la elección nacional anunció su apoyo a Luis Lacalle Pou en el balotaje del 24 de noviembre. La irrupción de este nuevo partido es, en parte, la manifestación uruguaya de la crisis de representación que vienen experimentando las democracias en muchas partes. Los votantes de Manini Ríos son los que están más frustrados de todos. No solamente están disgustados con el Frente Amplio. Están irritados, genéricamente, con el statu quo. La irrupción de este nuevo partido, por otra parte, es consecuencia de los estímulos del sistema electoral establecido en la reforma constitucional de 1997. La combinación de representación proporcional, candidaturas únicas y doble vuelta incentiva la fragmentación del sistema de partidos.

El sistema de partidos uruguayo ha vuelto a demostrar su solidez. Pero no hay que perder de vista las grietas.

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