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¿Hacia dónde se dirige Bolivia con Luis Arce?


En las inapelables y pacíficas elecciones generales, el Movimiento al Socialismo (MAS) ganó con una mayoría convincente. ¿Qué le espera ahora al país?

La contundente victoria electoral del MAS, que el 18 de octubre obtuvo el 55  % de los votos, no solo es un golpe a la oposición, sino también el resultado de una búsqueda de estabilidad. Las encuestas electorales habían colocado al expresidente Carlos Mesa al frente, pero en las urnas —en medio de un clima de profunda incertidumbre— los votantes se decantaron a favor del exministro de Economía, Luis Arce, quien para muchos representa los años de bonanza del boom de las materias primas.

La situación política hasta el día de las elecciones

La campaña electoral en Bolivia no solo se vio ensombrecida por el coronavirus y la crisis económica adyacente, sino que estuvo marcada, principalmente, por la división del país a raíz de las elecciones amañadas del 2019. A lo largo de casi un año, el gobierno interino de la senadora Jeanine Áñez (MDS) no pudo atender el caldeado estado de ánimo social, no se diga ya apaciguarlo. Varios de sus ministros participaron en la instigación política y el resentimiento regional, en lugar de aminorar la tensión. El cambio frecuente de ministros y los casos de corrupción no dejaron una buena impresión. La fase de transición se vio dificultada por la pandemia del coronavirus que, en Bolivia —el país más pobre de Sudamérica—, tuvo graves consecuencias económicas y agudizó aún más la crisis multifactorial. En tal contexto, muchos observadores consideran los recientes comicios celebrados el 18 de octubre como una encrucijada para el futuro del país.

Para prevenir una nueva manipulación electoral, una de las tareas centrales del Congreso consistió en la reorganización del Tribunal Supremo Electoral (TSE). En virtud de la recomposición suprapartidista del TSE, bajo la presidencia de Salvador Romero, y habida cuenta de la depuración del adulterado censo electoral, se fortaleció la confianza de la población en los órganos electorales y los candidatos presidenciales reconocieron, asimismo, su legitimidad.[1] La confianza adicional en torno al curso adecuado de la votación provino del envío de misiones de observadores electorales de organismos internacionales, como la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA). Ya la misma noche de las elecciones, la OEA certificó el escrutinio pacífico en Bolivia y Romero calificó las elecciones como un «éxito total» y una «fiesta de la democracia».

Los resultados electorales

En contra de la mayoría de los pronósticos previos a las elecciones, el MAS salió victorioso en la primera vuelta con una mayoría abrumadora, como lo evidencian los resultados finales oficiales del 23 de octubre:

Según dichos resultados preliminares, el MAS venció en la primera ronda de votación, con una mayoría absoluta, y con una diferencia superior a 26  % frente al partido de Mesa, segundo en la tabla. A nivel regional, el cuadro es el siguiente:

En tres de los nueve departamentos el MAS no fue la fuerza más votada:

Los últimos pronósticos no dejaban augurar un resultado electoral así de claro. Aunque el MAS lideraba las encuestas en Bolivia, estas no preveían la mayoría absoluta y tampoco consideraban que la distancia sobre Mesa rebasara el porcentaje mínimo necesario de 10 puntos para evitar una segunda ronda. Por ello, gran parte de los analistas contaba con esa segunda vuelta, en la que quizás Mesa pudiera imponerse sobre Arce.

La explicación de una brecha tan pronunciada entre los pronósticos electorales y el resultado de las votaciones se debe, además de a la fuga de votantes, al comportamiento de los votantes indecisos, sobre todo, pues en último término eran casi el 20  % del electorado.

Las razones de la victoria electoral del MAS

La campaña electoral de la oposición liderada por Carlos Mesa se pareció más a una cruzada contra el MAS que a una campaña con un programa propositivo orientado hacia el futuro de Bolivia. A ello debe añadirse que la campaña de la oposición se concentró principalmente en las zonas urbanas, mientras que en las zonas rurales apenas estuvo presente.

Como sucedió en años anteriores, las campañas electorales de todos los partidos, con excepción del MAS, se mantuvieron a la zaga de las exigencias demandadas por la realidad cultural, regional y social de una Bolivia dividida. Fuera de su propia clientela cautiva, los oponentes del MAS apenas alcanzaron algunos votantes adicionales.

La oposición dio por sentado, equivocadamente, que se encontraba en una situación electoral similar a la de 2019. Este error de apreciación motivó la confianza ilusoria en una victoria electoral en segunda vuelta. A diferencia del 2019, donde se trató de una elección a favor o en contra de Evo Morales, este 2020 la decisión oscilaba entre dos partidos y en medio de un contexto de profunda incertidumbre. Mientras que en 2019 incluso los partidarios moderados del MAS votaron a favor de Mesa, candidato de la oposición, como una forma de protesta contra un cuarto mandato de Evo Morales, esto no sucedió en 2020. Asimismo, la estrategia inalterada de Mesa de evitar comentarios en una contienda electoral tan polémica como la actual, le valió muchos menos adeptos, en contraste con 2019.

La gestión del gobierno interino tuvo el efecto de un ejemplo disuasorio, frente al cual el MAS y su promesa de estabilidad aparecía como el menor de los males.

Por otro lado, el MAS dispuso de una ventaja estructural frente a sus adversarios políticos: mientras que aquel cuenta con estructuras consolidadas por todo el país, el CC y Creemos, fundados recién en 2019, apenas tenían agrupaciones inconexas.

El anhelo de seguridad y estabilidad movilizó el voto a favor del MAS, no sólo del electorado indígena y rural de base, proveniente del altiplano, sino también de una parte importante de las clases medias.

Las elecciones del pasado domingo en Bolivia determinaron, a su vez, la distribución de asientos en ambas cámaras de los nuevos Congresos. En contraste con las últimas votaciones regulares de 2014, donde el MAS había perdido su cómoda mayoría de dos tercios en la Asamblea Legislativa plurinacional, en estas elecciones obtuvo la mayoría absoluta de los escaños.

La mayoría de dos tercios en las cámaras es necesaria, entre otras cosas, para aprobar las reformas constitucionales, los nombramientos de los más altos cargos o para iniciar procesos de rendición de cuentas de los servidores públicos.

Reacciones

La presidenta interna Áñez y el candidato de la oposición Mesa reconocieron la victoria del MAS la misma noche de los comicios, habida cuenta las claras encuestas poselectorales. Independientemente del carácter del voto que se hubiese asumido, los resultados provisionales emitidos desde el domingo electoral fueron reconocidos por gran parte de la población. No obstante, desde ese día ha crecido el recelo frente a los mismos resultados y las denuncias sobre un nuevo fraude electoral se han vuelto más sonoras. Santa Cruz es el centro de las protestas, pero también en otras ciudades como Sucre y Cochabamba ha crecido la resistencia. Hasta el momento se trata de protestas en gran medida pacíficas y, en comparación con lo sucedido en 2019, relativamente pequeñas. Con todo, hasta la eventual asunción del mando gubernamental del MAS, previsiblemente el 15 de noviembre próximo, esta dinámica puede agravarse.

¿Continuación del pasado o renovación del MAS?

En su discurso de victoria, Arce prometió renovar el MAS desde la base y dijo querer formar un gobierno para todos los bolivianos. Si podrá llevar eso a cabo depende fuertemente del papel futuro que juegue Evo Morales. Arce añadió en tal sentido que «si Evo Morales quiere ayudarnos, será muy bienvenido, pero eso no quiere decir que él estará en el gobierno». Si bien considera a Evo no solo su mentor sino un líder histórico dentro del MAS, Arce dejó claro que no tiene ninguna intención de convertirse en una marioneta política, y que será él quien gobierne, no Evo. Manifestó que tiene la intención de continuar una renovación política y promover la reconciliación entre todos los bolivianos. La condición previa para dicha transformación consiste, en su opinión, en la revisión crítica del trabajo del MAS hasta ahora. Aquello que del pasado prevalezca (tras dicha revisión crítica) tendrá continuidad; todo lo demás será reformado. Con todo, Arce dejó en el aire qué elementos de la política del MAS vigente requerirán una mejora.

Es poco probable que Evo Morales reciba dicha reorientación autocrítica de «su» partido sin emitir comentario alguno. La lucha interna en el partido entre Arce y el padre fundador del MAS parece sólo uno de los escenarios conflictivos posibles. Si bien es cierto que el poder de base de Morales se encuentra debilitado desde su exilio, sin embargo, todavía cuenta con un gran apoyo, en especial, de los militantes cocaleros y los sindicatos.

El poder de base de Arce, a su vez, se ha construido principalmente sobre su éxito electoral y mucho menos porque cuente con un sólido apoyo de las organizaciones de base constitutivas dentro del partido. Los comentaristas señalan que Arce pudo alcanzar la victoria electoral no gracias, sino a pesar de, la injerencia de Morales desde el exilio. Con todo, el Arce moderado y tecnocrático dispone también de una base prominente de partidarios. Uno de ellos es la presidenta del Senado, Eva Copa, quien mantiene una postura crítica contra el pronto regreso de Morales del exilio, pues contempla que los procesos de renovación del MAS y de pacificación de Bolivia peligrarían con ello.

Cabe señalar que aquella lucha de poder por las posiciones más importantes dentro del partido y dentro del gobierno, que diese inicio a raíz de la salida del carismático líder Morales, hoy ha vuelto a desatarse, tras la breve pausa obligada por la contienda electoral. La sección regional del MAS en El Alto demandó ya mismo un total de cinco ministerios (Trabajo, Justicia, Abastecimiento de Agua, Cultura y en la Oficina de la Presidencia). Por su parte, la Central Obrera Boliviana exigió, además del mismo Ministerio del Trabajo, también los ministerios de Hidrocarburos, de Minería y de Salud. La organización femenil dentro del MAS, Bartolinas, reclamaron el Ministerio de la Mujer.

Panorama

Después de casi un año de transición queda claro que el MAS retomará el mando en el gobierno. Los problemas económicos, sociales y políticos son más graves.

Los beneficios sociales prometidos dentro del programa electoral del MAS no serán viables en su forma original, habida cuenta de la crisis del coronavirus, la caída de los precios de las materias primas y el rápido vaciado de las arcas públicas. A diferencia de Morales, Arce ha tenido que renunciar a los costosos obsequios electorales.

Para superar la crisis actual será esencial explorar nuevas fuentes de ingresos, diversificar la economía y atraer inversiones extranjeras.[2] Generar condiciones atractivas para la inversión o condiciones de negocio favorables para las industrias nacionales no ha sido uno de los distintivos del MAS hasta ahora.

Las elecciones han llevado al poder a un partido transformado. Pero aún no está claro qué tan profunda será dicha transformación. El poder de base del MAS ya no es tan indiscutible, como lo era en tiempos de Evo, por lo que el estilo de gobierno tendrá que ser distinto. Qué dirección política hará valer Arce, si Evo Morales regresará a Bolivia, si su gobierno podrá equilibrar con éxito los diversos intereses, si la pacificación del país podrá llevarse a cabo y qué estilo de gobierno establecerá la nueva administración —ante todo en lo relativo al diálogo con una oposición mucho más fuerte que la de 2014— son cuestiones que aún permanecen abiertas.

Notas:

[1] Vea nuestro informe sobre el país, Politischer Neustart oder Rückfall in Gewalt? Bolivien eine Woche vor den Neuwahlen, disponible en https://bit.ly/2TBNNnh

[2] Arce indicó ya que quiere revivir el proyecto de litio del salar del Uyuni entre Bolivia y Alemania. Se trata aquí de una empresa conjunta entre el grupo estatal boliviano Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y la empresa alemana ACISA.

Informe publicado en el sitio web de la KAS oficina Bolivia. Traducción: Juan Carlos Gordillo

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