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La Centroamérica del bicentenario: rebote sostenido

Al cumplir doscientos años de vida independiente, las naciones del istmo americano reviven el declive de sus indicadores sociales.

Las seis naciones centroamericanas están unidas por la posición geográfica y una vida independiente que llegará a los doscientos años en este 2021. Sin embargo, la mayoría sigue sin acertar el tiro de políticas públicas que otorguen opciones de prosperidad y calidad de vida a sus habitantes de forma sostenida.

Por una parte están Costa Rica y Panamá, al sur del istmo, con indicadores políticos y sociales mejores; por otra, el denominado Triángulo Norte que agrupa a Guatemala, El Salvador y Honduras, y en el medio, la siempre compleja Nicaragua.

Sin embargo, todas comparten el inicio de una celebración en medio de la pandemia y lo que será un declive importante de indicadores en los que se trabajó por casi dos décadas, desde que la región, de Nicaragua hasta Guatemala, alcanzó la pacificación y la democracia.

La Centroamérica del Bicentenario es una región dispar de seis naciones hispanoparlantes: allí están los países más pobres del continente, una de las democracias más antiguas y el país con mayor crecimiento de América Latina en los últimos años.

Bajo la tesis de que el progreso social genera condiciones para un mayor crecimiento económico, y a más crecimiento económico debe corresponder más inversión para el progreso social, el reto que encara la región en vísperas a la celebración de su bicentenario es enorme.

Cómo promover el lavado de manos en época de pandemia, si no hay acceso adecuado al agua potable. Solo en Costa Rica es seguro tomar agua del grifo. Cómo trabajar, emprender y estudiar si los países centroamericanos, en general, padecen un deterioro de la seguridad ciudadana. De qué forma generar prosperidad social y reducir la pobreza, si la educación y otros factores no son suficientemente fuertes para el desarrollo de oportunidades y la pandemia ha dejado sin trabajo a cientos de miles.

De acuerdo con el índice de progreso social 2020, Costa Rica tiene un nivel alto (83,01 de 100) y Panamá medio alto (76,55).

Por su parte, El Salvador y Nicaragua tienen un nivel de progreso social medio bajo (67,25 y 64,02, respectivamente), mientras que es bajo en Honduras y Guatemala (62,41 y 61,67). Estas cuatro naciones están en las últimas posiciones del índice en América Latina y solo superan a Haití.

Centroamérica ha crecido de 2015 a 2019 a una tasa del 4 % anual y este año decrecerá un 6 %. Sus 50 millones de habitantes tienen una esperanza de vida de 75 años, con algunas disparidades entre países, desde 73 años en El Salvador hasta 80 en Costa Rica.

La pobreza multidimensional es del 62 % en Guatemala, en donde la mitad de su población vive en zonas rurales; del 60 % en Honduras, 46% en Nicaragua (según estadísticas oficiales), 33 % en El Salvador y 19 % en Panamá y Costa Rica, respectivamente. Esta medición es previa a la pandemia.

La tasa neta promedio de matrícula en educación primaria va desde el 80 % en Honduras y El Salvador, hasta el 86 % en Guatemala y Panamá, y 96 % en Costa Rica; no hay estadísticas para Nicaragua.

El promedio de años de escolaridad de la población económicamente es de 6 años en Guatemala, 7 años en Nicaragua y Honduras, 8,5 años en El Salvador, 10 años en Costa Rica y 11 en Panamá. Aún no hay estudios que indiquen qué ocurrirá con la deserción estudiantil en 2020 y 2021, en razón de los niños y jóvenes que no puedan mantenerse en las escuelas debido a la situación de sus familias.

En Centroamérica están los países más pobres de América Latina y el país con mayor crecimiento del continente | Foto: Jonathan Jiménez, Punto y Aparte

El índice de progreso social (IPS) es una medida alternativa al producto interno bruto (PIB) que mide indicadores sociales y ambientales para comparar el éxito que tienen los países en transformar progreso económico en bienestar.

En diez años de mediciones, con los datos más recientes anunciados en setiembre pasado, los países del Triángulo Norte han registrado mejoría en los rubros de necesidades básicas humanas, fundamento del bienestar, nutrición y atención médica, agua y saneamiento, abrigo y acceso a información y comunicaciones.

Sin embargo, las mejoras no son plausibles en Guatemala, El Salvador y Honduras en el desarrollo de oportunidades para sus habitantes, seguridad personal, acceso a conocimiento básico, salud y bienestar, derechos personales y libertad personal, inclusión y acceso a educación superior.

De estos tres países, la economía más grande, Guatemala, es la que tiene tasas promedio de crecimiento mayores, de 3,5 % al año en los últimos seis años (prepandemia).

Guatemala, Honduras y Nicaragua se encuentran en la parte baja del ranking de progreso social de Latinoamérica, junto con Bolivia, pese a haber mejorado sus niveles de crecimiento económico y en temas como infraestructura, agua y saneamiento, vivienda, conectividad eléctrica, construcción de escuelas y comunicaciones.

Panamá muestra crecimiento en los indicadores de satisfacción de necesidades, agua y saneamiento y es la economía con tasas de crecimiento más altas y sostenidas desde 2014, un 4,7 % promedio anual.

Costa Rica, la democracia más estable de la región, con la segunda tasa de indicadores más alta de Latinoamérica, ha mejorado sus índices de fundamento del bienestar medidos en el IPS aunque su tasa de crecimiento anual ha sido un modesto 3,3 % promedio anual desde 2014.

Tanto Costa Rica como Panamá aumentaron sensiblemente el acceso a información y comunicaciones pero falta consistencia y constancia en el crecimiento de los índices de acceso a educación superior, inclusión, seguridad personal y oportunidades.

Sin embargo, la crisis producida por la pandemia pone nuevamente estos resultados a prueba. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha anticipado el contexto desafiante del 2021 en adelante.

La integración comercial del istmo, entre sus países y con el mundo, luce como una oportunidad, sobre todo si se identifican los cambios y patrones de consumo y se atienden dichas necesidades. La cercanía física con Estados Unidos y las promesas de apoyo del nuevo gobierno de Joe Biden generan grados importantes de tranquilidad.

Sin embargo, la inversión extranjera, principalmente de ese país, se mantendrá y crecerá solo si se evita el deterioro en el capital humano y se mejoran las condiciones de competitividad. Igualmente, el turismo volverá a la rica región biodiversa solo si mejora la seguridad y el acceso a servicios de calidad.

Aprovechar las oportunidades económicas para evitar un mayor deterioro social en las poblaciones es solo uno de los retos. La política, tras doscientos años, aún tiene una gran fragilidad y las democracias del istmo también se ponen a prueba.

Indicadores de Centroamérica

Fuentes: CEPAL (octubre 2020) y Social Progress Index (setiembre 2020).

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