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La palabra, la democracia, la libertad

Enrique Krauze entabla un diálogo en el que la literatura, la filosofía y la historia se completan con la anécdota y el testimonio personal, para con esa suma dar forma a un libro que llama a recuperar y defender el primer gran valor de la democracia: la palabra expresada en libertad.

La figura del caudillo se sitúa en la historia latinoamericana como una sombra que, de manera intermitente, reaparece cada tanto y toma la forma de cacique, guerrillero, sacerdote, líder sindical, militar o político: una presencia que desde la verticalidad del poder pretender encarnar la voluntad de sus gobernados y asumirse él solo su representante único e infalible.

Esta pretensión, que combina autoritarismo y mesianismo, no reconoce límites geográficos y hunde sus raíces en la tradición prehispánica, que se actualiza cada tanto con un nuevo nombre en la ya larga lista de dictadores presentes a lo largo y ancho del continente. Y es ese modo de entender y ejercer el poder al que el historiador mexicano Enrique Krauze dedica el libro El pueblo soy yo (Debate, 2018), un recorrido a través de lo que, si bien podría ser parte de una tradición, es ante todo uno de los mayores lastres que han enfrentado y padecen las democracias de la región.

Para hallar los orígenes del caudillo en la historia, el autor retoma al académico estadounidense Richard M. Morse y su obra El espejo de Próspero, de la que destaca el modo en que el tomismo, a través de la escuela de Salamanca —con los teólogos Francisco de Vitoria y Francisco Suárez a la cabeza— intenta dar forma a un Estado bajo los valores del humanismo y que se encuentra en tensión constante con aquellos que encarnan Nicolás Maquiavelo y Thomas Hobbes, dos modelos que van dando forma a una cultura política que se desarrolla con altibajos y vaivenes a lo largo de la colonia.

Este primer capítulo, «Anatomía del poder en América Latina», es así el análisis de un legado que avanza hasta el siglo XIX y que va del establecimiento y caída del orden monárquico, con su tendencia a seguir identificando al pueblo con el monarca, bajo una nueva figura —la del caudillo—, pasando por el nacimiento de las nuevas repúblicas y los grandes teóricos y actores políticos de aquellas primeras democracias: Simón Bolívar, Faustino Sarmiento, Benito Juárez, Andrés Bello… Un diálogo que al mismo tiempo recupera otra tradición, la liberal, y la ruta que siguió para echar raíces en la región.

La introducción sirve asimismo para construir el marco teórico del análisis que Krauze desarrolla en el segundo y tercer apartados («Populismo y dictadura», «Fascista americano»), una recopilación de ensayos y artículos publicados con anterioridad en diarios como El País (España), Reforma (México), The New York Times, y las revistas Letras Libres y The New York Review of Books, donde aborda la llegada al gobierno o la labor política de populistas en Venezuela, España, México y Estados Unidos, así como el caso del régimen dictatorial cubano.

Enrique Krauze


Dos conclusiones destacan de esas reflexiones realizadas entre los años 2005 y 2018: en primer lugar, el resquebrajamiento que causan a las instituciones aquellos que se definen encarnación de la voluntad de un pueblo al que asumen como unidad monolítica y cohesionada en torno a su propia persona, así como la tendencia, presente en todos los casos, a contraponer a seguidores y detractores, en un maniqueísmo inconciliable y sin lugar para puntos medios; en segundo lugar, el daño que han proferido al debate público estadounidense, a partir del surgimiento de Donald Trump, las teorías de Samuel Huntington, fuente de argumentos y justificaciones para un discurso que explota la división, la cerrazón y el miedo al otro como recursos de promoción política.

A manera de cierre, El pueblo soy yo voltea hacia la república romana a través de la obra de William Shakespeare Coriolano, en la que encuentra un modelo de líder antipopulista, que elige la virtud cívica ahí donde «abundan quienes ganan los votos […] con engaños, insidia, mentira y manipulación» (p. 255), crítica puntual contra la demagogia que, también en diálogo con la Atenas clásica, es revisada a detalle como causa de la caída de la primera democracia de la historia de la humanidad.

Enrique Krauze entrega así un libro que se sirve de los recursos acumulados tras una vida intelectual dedicada a la defensa de la libertad: la literatura, la historia, la filosofía y la antropología, los viajes y los testimonios, la anécdota y la reflexión profunda, suma de medios encauzados hacia el llamado urgente a proteger, mejorar, corregir y sobre todo defender la democracia de quienes pretenden debilitarla desde el primero de sus cimientos, la palabra que permite el diálogo, el diálogo que es la posibilidad abierta de convencer o de rectificar, punto de encuentro para quienes desde distintas ideas pueden construir un espacio de convivencia que permite y potencia la pluralidad.

 

Ficha técnica

El pueblo soy yo Enrique Krauze México: Debate, 2018 ISBN 978-607315396-6

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