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Las siete llaves para recuperar la confianza perdida

Desde el humanismo y, particularmente, desde el humanismo cristiano, frente al vaivén de fracasos y frustraciones entre el neoliberalismo y el populismo, afirmamos que es necesario y urgente innovar la política para recuperar la confianza perdida.

A ese fin, no para cerrar un debate, sino para abrir una discusión, sostenemos que son siete las llaves que abren el tesoro de cualquier democracia. A saber: 1) recuperar un Estado responsable, 2) recobrar una sociedad partícipe, 3) practicar algunos valores compartidos, 4) gestionar el desarrollo sostenible, 5) resolver los problemas prioritarios, 6) refundar un mandato controlado y 7) lograr una democracia receptiva. Todas ellas agrupadas en un mismo llavero: diseñar y gestionar políticas democráticas.

1. La llave del Estado responsable

El neoliberalismo promueve un Estado ausente, mientras que el populismo propicia un Estado omnipresente. Desde el humanismo cristiano, en cambio, sostenemos que, para recuperar la confianza perdida, hay que rescatar el rol del Estado como responsable principal del diseño y la gestión de las políticas públicas. La responsabilidad del Estado no implica un alegato a favor ni en contra de la estatización o la privatización de las obras o los servicios públicos. Un Estado responsable es un Estado subsidiario, que interviene cuando los actores privados y ciudadanos no pueden satisfacer sus necesidades y, en cambio, se abstiene cuando dichos actores pueden hacerlo. Siempre para fortalecer a la sociedad, nunca para debilitarla.

2. La llave de la sociedad partícipe

El neoliberalismo promueve una sociedad individualista, mientras que el populismo propicia una sociedad corporativista. Desde el humanismo cristiano, en cambio, sostenemos que, para recuperar la confianza perdida, hay que recobrar el rol de la sociedad como partícipe necesaria en el diseño y la gestión de las políticas públicas. La participación de la sociedad no implica la eliminación de la democracia representativa ni mucho menos su sustitución por una democracia participativa. La participación social debe mejorar la representatividad política, no boicotearla. Una sociedad partícipe debe ser una sociedad organizada, es decir, con disensos que deben respetarse y, también, con consensos que deben buscarse y encontrarse.

3. La llave de los valores compartidos

El pragmatismo neoliberal desprecia o menosprecia los valores, mientras que el dogmatismo populista impone los suyos. Desde el humanismo cristiano, en cambio, sostenemos que, para recuperar la confianza perdida, hay que reivindicar el valor de algunos valores compartidos como base de las decisiones y acciones, políticas y sectoriales. Los valores son una fortaleza, no una debilidad, tanto para gobernantes y administradores como para actores privados y ciudadanos. Dichos valores son la verdad, la libertad, la justicia y la solidaridad. Practicarlos implica diálogo político e intersectorial, responsabilidad empresarial y civil, reparación social y compromiso personal.

4. La llave del desarrollo sostenible

Como fórmula de desarrollo, el neoliberalismo cree en el derrame de los ricos, mientras que el populismo confía en el asistencialismo a los pobres. Desde el humanismo cristiano, en cambio, sostenemos que, para recuperar la confianza perdida, hay que gestionar el desarrollo sostenible, porque el derrame nunca llega y el asistencialismo nunca dignifica. El desarrollo es más que el crecimiento del PBI. Supone viviendas, obras de infraestructura y servicios de calidad. Una producción que genere más empleo y menos pobreza. Acceso a la educación y la salud, cuidado del ambiente. Una redistribución de los ingresos y de la riqueza, una lucha sin cuartel contra el delito y la violencia y una justicia independiente.

5. La llave de los problemas prioritarios

Como la solución a todos los problemas, el neoliberalismo cree en la eficiencia privada, mientras que el populismo confía en el designio mesiánico. Desde el humanismo cristiano, en cambio, sostenemos que, para recuperar la confianza perdida, hay que resolver los problemas prioritarios: ineficiencia económica, corrupción política, debilidad institucional y anomia social. A esos fines, las soluciones son más complejas. Suponen equilibrio fiscal, inversiones y desendeudamiento. Más y mejores controles, fin de la impunidad judicial y de la indiferencia social frente a los corruptos. Coordinación estatal, concertación intersectorial, capacitación y formación del personal. Cumplimento de las leyes y fomento del civismo.

6. La llave del mandato controlado

El formalismo neoliberal limita la representación a las formas de las instituciones representativas republicanas, es institucionalista, mientras que el personalismo populista restringe la representación a la voluntad del mandamás de turno, es voluntarista. Desde el humanismo cristiano, en cambio, sostenemos que, para recuperar la confianza perdida, hay que refundar un mandato controlado, a partir de los deberes de los representantes y los poderes de los representados. Eso supone elecciones competitivas, mejorar la organización y el funcionamiento de los partidos políticos y sistemas electorales. Mecanismos idóneos de rendición de cuentas, para que los representados controlen y evalúen a sus representantes.

7. La llave de la democracia receptiva

La democracia neoliberal parte del mérito de los individuos y termina aceptando las inequidades sociales, mientras que la democracia populista parte de los deseos o intenciones del líder o caudillo y termina admitiendo la obsecuencia política. Desde el humanismo cristiano, en cambio, sostenemos que, para recuperar la confianza perdida, hay que lograr una democracia receptiva, a partir de la sensibilidad y la efectividad de los gobernantes. La sensibilidad sin efectividad es sensiblería. Esta sin aquella es insostenible. Juntas, sensibilidad y efectividad pueden ganar el apoyo de los ciudadanos a los gobiernos de turno y, mediatamente, la convicción de los gobernados sobre la democracia como el mejor sistema y el mejor régimen.

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