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NDC: ¿Qué significan para las grandes ciudades de América Latina?

El éxito histórico del Acuerdo de París debe acreditarse a las (pretendidas) contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) de los países responsables por más del 95 % de las emisiones globales. Las NDC representan un esfuerzo significativo de los gobiernos nacionales para calcular el aumento estimado de emisiones de gas de efecto invernadero (GEI) en las décadas futuras con el compromiso de reducir dichas emisiones para limitar el aumento de la temperatura mundial a un valor promedio de 2º C.

Río de Janeiro | Foto: Jaime Spaniol, cortesía de EKLA

Río de Janeiro | Foto: Jaime Spaniol, cortesía de EKLA


El Programa Regional de Seguridad Energética y Cambio Climático en América Latina (EKLA) de la Fundación Konrad Adenauer, con sede en Perú, en cooperación con el Instituto Internacional para la Sustentabilidad (IIS) llevan adelante el proyecto «NDC: ¿Qué significan para las grandes ciudades de América Latina?», con el fin de proporcionar información sobre la implementación del Acuerdo de París a los gobiernos nacionales y a los gobiernos de cuatro megaciudades en cuatro países seleccionados de América Latina, a fin de fortalecer el proceso de interlocución para alinear las NDC a los planes e iniciativas de cambio climático existentes de los gobiernos de esas ciudades, e identificar áreas de interés común.

Los países convocados presentaron ideas y estrategias diferentes para reducir las emisiones. En la abrumadora mayoría de los casos, las NDC fueron determinadas «únicamente» por los gobiernos nacionales. En varios países —hasta podría decirse que en la mayoría— hubo algún mecanismo de consulta, pero el compromiso a nivel subnacional fue casi inexistente, tal vez debido a la presión bajo la cual se formularon las NDC y, más importante aún, al hecho de que las decisiones que afectan a las futuras emisiones de carbono de cada país son de responsabilidad de los gobiernos nacionales: el mix energético, el porcentaje de renovables, normas de emisión, normas de combustibles, agricultura, utilización del suelo, políticas forestales y demás temas relacionados.

Así mismo, muchas otras decisiones son de responsabilidad de los gobiernos subnacionales y locales —tales como políticas de transporte, diseño urbano, gestión de residuos, códigos de eficiencia edilicia, comportamiento y prácticas del consumidor, entre otras—. En este sentido, las ciudades realizan un aporte fundamental al ayudar a los países a llegar a un acuerdo climático a nivel global. La mitad de la población mundial vive en ciudades, porcentaje que representa al 80 % en América Latina. Las ciudades concentran la mayoría de las construcciones edilicias, generan más del 80 % del PBI, son responsables por el 70 a 80 % del consumo energético y generan tres cuartos de la energía relacionada con las emisiones de GEI.

Las ciudades son especialmente vulnerables a los impactos del cambio climático debido a tal nivel de concentración de gente, activos y actividad económica. Y ese mismo nivel de concentración hace que sea más interesante y rentable centrar las medidas de mitigación (y adaptación) en las ciudades. Sin duda, existen otras razones que justifican el compromiso fundamental de las ciudades en los esfuerzos nacionales para reducir emisiones. La mayoría de los científicos e institutos de investigación se encuentran en las ciudades, que son la fuente de innovaciones y de donde también emanan ideas y prácticas; por lo tanto, deben encabezar las iniciativas climáticas. En realidad, muchas ciudades del mundo superan a sus contrapartes nacionales y promocionaron la agenda climática con más entusiasmo y energía como parte de su compromiso con la sostenibilidad y una mejor calidad de vida.

A pesar de las razones obvias por las cuales las ciudades deben comprometerse con la agenda climática, no hay un entendimiento cabal de la relación entre las estrategias de las ciudades sobre la mitigación y adaptación al cambio climático y políticas relevantes a nivel nacional. No se comprende bien cómo y por qué las ciudades participan en políticas climáticas, ni tampoco cuál es el efecto de las políticas (vinculantes o no vinculantes) de instancias superiores de gobierno. Aunque los académicos identifican un efecto positivo, la mera existencia de políticas climáticas internacionales o inclusive nacionales no garantiza planes y medidas a nivel local. Todavía faltan pruebas empíricas por país sobre las vinculaciones existentes entre las políticas de cambio climático a diferentes niveles. [1]

Si se considera la perspectiva nacional, hay varias razones de peso que justifican una mayor participación entre los gobiernos nacionales, los gobiernos locales y grupos de interés acerca del cambio climático. Las autoridades locales representan la instancia de implementación de las políticas a nivel nacional, y deben garantizar que los mandatos esbozados a escala nacional se lleven a cabo y cumplan su cometido de forma significativa a escala local. Las medidas a escala urbana son importantes de por sí y brindan una dimensión de innovación social y técnica imposible de lograr a una escala mayor, dado que representan el medio por el cual se llevan a cabo el aprendizaje y la gran difusión de las innovaciones exitosas.

La acción local también aporta una percepción esencial a la hora de comprender la dimensión económica de la política de cambio climático: un vehículo para la identificación de la interacción de incentivos e intereses a diferentes niveles gubernamentales, para observar y entender los costos directos locales y los beneficios de la acción, incluyendo a los cobeneficiarios locales, los ganadores y perdedores locales de las opciones planteadas por las políticas específicas… Las pruebas o percepciones de quién gana y quién pierde y el peso de los cobeneficios vinculados a las políticas climáticas pueden variar significativamente en escala local comparadas a la experiencia nacional total.

Todo esto plantea una gama de oportunidades para la acción local que no existe a nivel más amplio. Por lo tanto, lo más conveniente sería que los gobiernos nacionales se centraran en mecanismos para empoderar y facilitar a los gobiernos locales y a los grupos de interés, de modo tal que el cambio climático estuviera presente en todas las instancias, desde las decisiones cotidianas hasta las decisiones de planeamiento urbano de gran envergadura con implicaciones a largo plazo para el futuro. [2]

El informe

Se delinearon dos tipos de actividades con el objetivo mencionado: una de fondo, para lograr entender más cabalmente los objetivos específicos y mecanismos de cumplimiento de las NDC, especialmente a nivel de las ciudades. En este sentido, el proyecto analizó los planes de acción climática de las ciudades (seleccionadas) para evaluar si y cómo se adecuan/complementan los objetivos de las NDC. El otro grupo de actividades se dedica a los procesos y busca promover el diálogo entre los dos niveles de gobierno para identificar brechas, superposiciones y complementariedades potenciales de las iniciativas climáticas a nivel nacional y de ciudades. A pesar de que el esfuerzo fue significativo, valió mucho la pena, dado que el objetivo de los gobiernos nacionales y de las ciudades de todos los países del mundo, sean ricos o pobres, es coordinar esfuerzos debido a la conciencia en todas las instancias de gobierno de los enormes desafíos que existen para cumplir el Acuerdo de París basados en sus propios conocimientos y capacidad de llevar a cabo una agenda tan difícil.

El proyecto incluye los siguientes países y (mega)ciudades de América Latina: Brasil y Río de Janeiro, México y Ciudad de México, Argentina y Buenos Aires, Perú y Lima. Aunque San Pablo es más grande que Río, y a pesar de que Río no es la capital federal, se la incluye en la selección porque cuenta con una avanzada agenda climática y lecciones que otras ciudades pueden aprender y compartir. Se realizaron visitas de campo y se organizó un taller local en cada una de las ciudades. Para concluir, se llevó a cabo un taller al final del proyecto con representantes de las cuatro ciudades y de los cuatro gobiernos nacionales en Río de Janeiro.

[1] Heidrich, O., Reckien, D., Olazabal, M., Foley, A., Salvia, M., Hurtado, S.de G., Orru, H., Flacke, J., Geneletti, D., Pietrapertosa, F., Hamann, J.J-P., Tiwary, A., Feliu, E., Dawson, R. J. (2016). «National climate policies across Europe and their impacts on cities strategies», Journal of Environmental Management, n.º 168, pp. 36-45.

[2] Corfee-Morlot, J., Kamal-Chaoui, L., Donovan, M.G., Cochran, I., Robert, A., Teasdale, P-J, (2010). «Cities, Climate Change and Multilevel Governance». OECD Environment Working Papers n.º 14. París: OECD Publishing, 124 pp., ‹http://dx.doi. org/10.1787/220062444715›.

EKLA-KAS | @EKLA_KAS Programa Regional de Seguridad Energética y Cambio Climático en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer

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