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Perú: nadie sale vivo de aquí

Los expresidentes del Perú en la mira de la justicia.

Alan García junto a George W. Bush en la Casa Blanca (2006) | Foto: Eric Draper, vía WikiCommons

Alan García junto a George W. Bush en la Casa Blanca (2006) | Foto: Eric Draper, vía WikiCommons


Corrupción, lavado de activos, falta de transparencia y una inherente sensación de traición a la patria son los delitos técnicos y éticos por los que se investiga a los expresidentes del Perú. Como si se tratara de una tragicomedia, incluso el actual mandatario Martín Vizcarra ha sido ya amenazado por la Fiscalía con imputarle debido a la suscripción de una adenda cuando fue ministro del gobierno anterior en torno al nuevo aeropuerto de Cusco.

Ahora la prohibición de salida contra Alan García es el hecho que nos permite corroborar que todos los expresidentes de este país están condenados o investigados por distintos delitos, la mayoría rastreables a casos relacionados con la corrupta multinacional brasileña Odebrecht, que ha abierto una pestilente caja de pandora en toda la región.

Ollanta Humala y su esposa ya probaron la prisión y Alberto Fujimori se aferra a una clínica para no volver a su fría celda, al tiempo que a su hija y heredera Keiko le fue suspendida la libertad preventivamente. Como si este panorama contribuyera poco a que la política sea vista como un aspecto siniestro de la sociedad del espectáculo, García solicitó asilo a Uruguay, mientras que Alejandro Toledo espera que Estados Unidos no lo extradite.

¿Cómo se llegó a esta lamentable situación? Hay que señalar que las fallas no son necesariamente producto del sistema presidencial a la cabeza del Ejecutivo en la democracia peruana, que ya ha venido recibiendo intentos de reforma pero no los suficientes para detener el fraccionamiento del sistema de partidos, el personalismo y la ausencia de una participación política de calidad [1]. Porque, como en todo sistema de gobierno, prima la hondura moral o amoral de la clase política, que le da sentido a sus instituciones, y la propia cultura política —buena o mala— de la ciudadanía.

De esta manera, independientemente del sistema político (por más perfecto que parezca), la corrupción y el derrumbe de la democracia siempre pueden emerger. En esa medida, Perú arrastra aún los fantasmas de la década de 1990, pues Alberto Fujimori, además de su autogolpe a la democracia y a la división de poderes del país, tiene vigente una condena de 25 años por delitos de lesa humanidad y corrupción. A su vez, Pedro Pablo Kuczynski, quien estratégicamente intentó indultarlo por conveniencia, es investigado por lavado de activos al descubrirse que su consultora Westfield Capital facturó 782.000 dólares a Odebrecht cuando era ministro en el gobierno de Alejandro Toledo. Mientras Kuczynski dimitió para evitar que el Congreso lo destituyese, y no puede salir del país, el actual presidente llegó al cargo no por mérito propio sino por el de las circunstancias.

Alan García no se queda atrás, pues está investigado por colusión y lavado de activos en el caso de sobornos de Odebrecht a funcionarios de su segundo gobierno para la construcción de la línea 1 del metro de Lima. Además se señala que habría recibido 100.000 dólares de la misma empresa por una conferencia dictada en 2012 en Brasil, por lo cual un juez le ha bloqueado la salida del país, ya que actualmente reside en España, lo cual lo ha llevado a acudir a la embajada de Uruguay en Lima para solicitar asilo diplomático, como ya lo hizo hace varios años en la embajada de Colombia, emulando el viejo caso de Haya de la Torre.

Por estas razones son bienvenidas reflexiones como las de Luis Viloria en Diálogo Político sobre cómo podemos mejorar el presidencialismo en América Latina, pero sin olvidar que, sin un buen análisis de contexto histórico y sin considerar las características de nuestra cultura política [2], podríamos seguir condenados a que nadie salga vivo de aquí. Al menos los expresidentes del Perú.

Notas

[1] Hernández Chávez, Pedro (2018). «El sistema político peruano: su principal nota característica y dos omitidas propuestas de reforma», Vox Juris, Vox Juris, Lima (Perú), 35 (1), pp. 57-67.

[2] Cepeda, José, y Ortiz, Richard (5.2.2004). «La epidemia del presidencialismo y la receta parlamentaria», Semana,

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