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Venezuela y Cuba: arte y cultura contra el autoritarismo

Artistas y gestores culturales están enfrentados a regímenes como Cuba y Venezuela. ¿Constituye esto un síntoma de un deterioro más profundo? ¿Podrá la solidaridad ofrecer alternativas al autoritarismo?

En Petare y en San Isidro, grupos de artistas y gestores culturales han decidido que la cultura y el arte son herramientas para reconstruir los entramados sociales que la pobreza sistémica y el autoritarismo han destruido. Los regímenes autoritarios les temen al arte, a la cultura, a la solidaridad y a la libertad. Se lee, se ve, se escucha lo que ellos estipulan. La solidaridad se trastoca en colectivización y la libertad se aplasta en nombre de valores que nunca se plasman en realidades, como la justicia social.

Petare y San Isidro son dos barrios pobres de Caracas y de La Habana, respectivamente. Tienen en común un sinfín de carencias que podrían definirse rápidamente como ausencia de Estado: falta de agua, viviendas precarias, cortes de electricidad, violencia, abandono, pobreza y más pobreza. A pesar de todo, no carecen de esperanza. En Petare y San Isidro un grupo de artistas y gestores culturales han decidido que la cultura y el arte son herramientas para reconstruir los entramados sociales que la pobreza sistémica y el autoritarismo han destruido.

Desde mayo de 2020, en Petare, Zona de Descarga intenta cambiar la realidad del barrio. Sus fundadores, los hermanos Jaime y Jimmy Pérez, fueron expulsados lentamente del chavismo, como tantos otros artistas y gestores, a medida que el gobierno se radicalizaba y se volvía cada vez más intolerante.

Han sido testigos de cómo la violencia estatal, paraestatal y no estatal iba terminando con las vidas de vecinos, amigos, familiares. Las balas pasaban cerca, los cadáveres se apilaban en el barrio más peligroso de Caracas. Los Zona de Descarga, por lo tanto, decidieron intervenir antes de que las balas los alcanzaran. Pusieron una pantalla, precaria como Petare, en la terraza de un edificio para proyectar películas. Aprovecharon la geografía escalonada de los cerros para que el cine llegara a sus vecinos. Descubrieron que las balas dejaban de silbar cuando la pantalla se encendía.

Más tarde ampliaron su horizonte. Poetas, músicos, libros se sucedieron en las terrazas del barrio. Y de a poco el infierno fue encontrando momentos de pausas en los que sus habitantes podían imaginar mundos mejores, salidas posibles.

El pasado 30 de diciembre subieron la apuesta. El grupo de ska de mayor trayectoria en Venezuela, Desorden Público, fue hasta Petare a hablar de música, de ska, pintar y realizar el mejor concierto del 2020 en Venezuela. Un terremoto de pura energía que despabiló a los habitantes de Petare y de toda Caracas.

En San Isidro, un barrio olvidado de La Habana, la violencia es íntegramente estatal, totalitaria. La vigilancia y el control del Estado se sienten en cada momento del día, en cada aspecto de la vida. Allí, en 2018, un grupo de artistas radicales, contrahegemónicos, anti-Estado se organizaron para crear un evento social y cultural inaudito en Cuba: una contrabienal en las calles carenciadas del barrio, alejada del circuito controlado por las instituciones oficiales. Se hicieron muestras, se organizaron performances, se dictaron clases, y los habitantes de San Isidro participaron de su bienal.

Desde ese momento, el régimen cubano los acecha. En 2020, la Seguridad del Estado le ha mostrado al mundo, sin pudor, el asedio que ejerce contra este grupo de artistas desde hace años, dejando entrever cuánto teme la desobediencia cultural. Bien lo repite Díaz-Canel: el arte será revolucionario o no será.

Los miembros de Zona de Descargas también se encuentran bajo el asedio de las autoridades chavistas de Caracas. Amenazas telefónicas, persecuciones, pedido de pago de impuestos ridículos para un Estado que no existe.

Los regímenes autoritarios les temen al arte, a la cultura, a la solidaridad y a la libertad. Se lee, se ve, se escucha lo que ellos estipulan. La solidaridad se trastoca en colectivización y la libertad se aplasta en nombre de valores que nunca se plasman en realidades, como la justicia social. Además, carecen de metáfora. No van a parar hasta que estos artistas dejen de ser. Depende de quienes vivimos en sociedades democráticas que Zona de Descarga y el Movimiento San Isidro se sostengan y sean, para que la cultura ayude a reconstruir lo que los gobiernos autoritarios han destruido.

Publicado en el portal de CADAL, el 18 de enero de 2021.

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